Carlos Yepes A.
Los primeros 100 días de gobierno son el 6% de un mandato de cuatro años. En tan corto plazo, no es mucho lo que puede lograrse en términos de concretar objetivos estratégicos de política ni lo que puede decirse sobre el futuro desempeño del gobierno, pero esos primeros días tienen un significado simbólico y son interpretados muchas veces como un termómetro de la gestión a cargo de un mandatario entrante.
La definición del gabinete, la cantidad de decretos, los viajes de los mandatarios, los proyectos enviados a Concejos y la Asamblea y, las medidas urgentes, son algunos de los indicadores que se usan para analizar los primeros 100 días. De manera implícita, tomar muchas decisiones es sinónimo de fortaleza, capacidad de gestión y potencial efectividad de un nuevo gobierno.
Sin embargo, tomar decisiones sin un plan que sea acordado con los principales actores sociales, y que tenga objetivos y metas que no sean conocidos ampliamente por la sociedad pueden ser contraproducente para generar horizontes institucionales de largo plazo. Poner el foco en las decisiones y las medidas urgentes es importante, pero deja de lado cómo se toman esas medidas, con quiénes, a partir de qué diagnóstico, con qué calidad de información, en base a qué acuerdos, con qué objetivos y visiones de largo plazo, y con qué recursos se cuenta, ese control político debe ser asumido por la Asamblea y los concejos municipales.
La responsabilidad de ser la primera autoridad política de un ente territorial implica tener la capacidad de tomar las decisiones más acertadas en beneficio de todos para el logro de los objetivos de desarrollo del territorio. Asimismo, implica tener la experticia para que con su equipo de trabajo estén en capacidad sacar el máximo provecho a los recursos disponibles para la inversión en la satisfacción de las necesidades de la población.
El Huila debe esperar de sus nuevos mandatarios, en estos 100 primeros días, que empiecen a cimentar temas como la de promover el desarrollo integral con logros concretos en aspectos económicos, institucionales, sociales, culturales, ambientales y urbano-regionales; avanzar en la erradicación de la pobreza y la miseria, el respeto por el medio ambiente y en general en la cohesión social e igualdad de oportunidades que se traduzcan en el respeto y reconocimiento al derecho a la diferencia, especialmente de los grupos étnicos, al mejoramiento en la calidad de vida y vida digna para todos.
Finalmente la construcción del Plan de Desarrollo debe enfocarse en una verdadera promoción del desarrollo y superación de la pobreza que tanto afecta a nuestro departamento, debe concentrarse en la atracción de las inversiones públicas y privadas, la promoción del empleo y la generación de ingresos. Para ello se pueden desarrollar proyectos orientados a mejorar la capacidad productiva del territorio, como por ejemplo el distrito de riego Hobo – Campoalegre – Neiva mediante la promoción de alianzas estratégicas entre el Estado, los empresarios locales y asociaciones gremiales que permitan hacer más competitiva la oferta de productos locales.
Quedamos en espera del balance de los primeros cien días, confiamos en que ese termómetro nos dará luces de lo que serán estos cuatro años de gobierno que ya se iniciaron, por esta razón recurrimos al adagio popular “con el desayuno se sabe cómo será el almuerzo”
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