La pandemia nos dejó con una pobreza del 42,5% y una pobreza extrema de 7,4 millones de colombianos. El país perdió 509 mil micronegocios, la producción nacional cayó más del 15% y el desempleo juvenil alcanzó el 20%. Aunque según The Economist ocupamos el primer puesto en el indicador de Normalidad Global, existe aún descontento. Un escenario fértil para los discursos populistas, que son una amenaza a nuestra democracia, y por lo tanto a nuestras libertades. Es por esta razón que he decidido nuevamente postular mi nombre como candidata al Senado de la República. Para defender el sistema productivo, la generación de más oportunidades, la eliminación de la pobreza extrema, una educación accesible, de calidad y con identidad, y una justicia justa.
Durante mis dos periodos legislativos he buscado seguir un camino que permita resultados a favor de los colombianos. En términos de leyes, logré doblar los ingresos del sector ambiental a través de su participación en las regalías. Aumenté los recursos para la conservación del Amazonas mediante la distribución del impuesto al carbono. Soy autora de la Ley de la Panela que rompió el monopolio rentístico de la producción de alcohol, y que hoy les permite a más de 350 mil familias producir alcoholes (para que las licoreras hagan licores con alcoholes colombianos) y fabricar sus propios licores artesanales. Eso les permitirá participar en un mercado que puede significar la superación de la pobreza. Logré que el PAE tuviera observación directa por parte de los padres de familia. Y por primera vez, el INVIMA tiene categorías especiales para artesanos y emprendedores.
Con un último debate lograremos aprobar la Escalera de la Formalidad que le permitirá a las nuevas y pequeñas empresas formalizarse gradualmente y tener todos los beneficios de estar en la formalidad. Algo así como unos escalones que permitan que ese 80% de MiPymes que hoy están en la informalidad empiecen a escalar. Esto nos permitirá tener la información para realmente crear políticas para los pequeños negocios.
He cumplido con mi función de control político. Fui una voz importante en contra de los acuerdos de la Habana que nos llevó a la victoria del NO en el plebiscito. Lideré debates muy importantes para el país en los últimos ocho años: las irregularidades en la elección de Santos, los incumplimientos de las FARC a los acuerdos, el que descubrió los secretos de la compra de las pistolas Sig Sauer, entre otros. Espero el próximo semestre presentarle al país un debate sobre los resultados del paro nacional del 2021.
He recorrido el país, y he ayudado a solucionar un amplio número de problemas: madres cabeza de hogar con miedo del ICBF, campesinos agobiados con los créditos, ciudadanos sin abogados que los defiendan. El equipo que me acompaña con mística trabaja para que aquellos que tocan nuestra puerta encuentren que el Estado funcione. Trabajamos también con los gremios, con los sectores productivos y sociales.
Aún tengo luchas pendientes. Debemos eliminar la pobreza extrema en los próximos años. Debemos modificar el sistema educativo, para que trabaje conjunto con el sistema productivo, tenga identidad regional y de oportunidades para superar la segregación social. Hay que combatir el narcotráfico y derogar el delito político. Necesitamos una política de Estado para las madres cabezas de hogar. Sobre todo un sistema económico donde todos puedan participar, y no tienda hacia los oligopolios. Debemos crear una justicia justa. Por eso me pongo la 10 por Colombia.