Diario del Huila

Contaminación sonora

Oct 22, 2024

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Las ciudades se han convertido en epicentros para que se presente la contaminación sonora por la incultura que prevalece en la mayoría de los vehículos y motociclistas que circulan en las vías urbanas. Se ha vuelto evidente que ésta se contagia a toda la ciudadanía, porque la están convirtiendo en costumbre, pitar cuando el semáforo cambia de rojo a amarillo y luego a verde, quienes circulan sin prudencia. Se ha vuelto desesperante la circulación automotora en Neiva. Por eso vale la pena seguir apoyando las iniciativas que desarrollen las autoridades ambientales y de la administración municipal, sobre la implementación permanente de campañas lúdicas y pedagógicas de socialización y sensibilización sobre el impacto negativo que genera el ruido a la salud de las personas, por esta irracional actitud de algunos conductores desadaptados que utilizan este dispositivo para propiciar la contaminación sonora en estos sitios de la ciudad.

Paralelo a lo anterior, cada vez es más creciente en las zonas urbanas de las ciudades colombianas, por el desorden que se está presentando ´por la circulación sin control de vehículos que llevan equipos de sonido adaptados para superar los decibeles permitidos. Con ello, están alterando la tranquilidad y el descanso de las familias. Se pasean a cualquier hora del día y la noche, generando una contaminación sonora que desborda el máximo permitido de la intensidad sonora para éstos. Inclusive no es justo desde todo punto de vista, que circulen por las vías adyacentes a los centros hospitalarios, donde se respira un absoluto silencio por el bienestar de los pacientes que se encuentran internados.

Pero estos desadaptados sociales, se creen amos y dueños de las vías al circular con estos ruidos estridentes que están inclusive construyendo su sordera progresivamente y que es irreversible volver a tenerla. En menos de 20 años, Colombia, tendrá un grueso significativo de la población sufriendo de esta detestable enfermedad: sordera irreversible. Dichos campeches como los llaman coloquialmente en Antioquia y otras regiones del eje cafetero, deben ser intervenidos por las autoridades de tránsito y la fuerza pública, con el fin de contrarrestar este flagelo.

Igualmente, los gastrobares y sitios de diversión que se han venido ubicando en zonas residenciales, con la anuencia de las autoridades municipales, están generando un deterioro de la calidad de vida de las familias que residen en los alrededores de estos establecimientos, que no les interesa colocar sus equipos de sonido, con una intensidad que supera los 80 decibeles hasta altas horas de la noche, sin que se ejerzan controles. Algo absurdo. Peleas callejeras, distribución de sustancias psicoactivas, personas con altos niveles de alicoramiento, presencia de menores de edad, motos sin documentos y delincuentes que se pavonean por estas vías, se constituyen en factores que están destruyente la calidad de vida con la complicidad de las autoridades municipales. Merecemos respeto.

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