Todo parece indicar que la administración pública en la provincia es irreflexiva, es contaminante y tiende a ser permisiva con el abuso de la colocación de vallas y de pendones en sitios que deberían ser respetados por esos individuos que aparecen con aval para participar en la contienda electoral, convirtiéndose realmente en una francachela visual que no respeta la libertad de opinión y que pretende meter al ciudadano por los ojos, las imágenes de quienes posteriormente no se aparecerán en las corporaciones púbicas a las que terminen siendo elegidos, si acaso, no naufragan como debería ser lo justo y acorde con sus antecedentes y su evidente politiquería barata, con la que han llegado a tales postulaciones.
Es menester recordar que la publicad política tiene que tener controles, tiene que ofrecer no imágenes o números o logotipos sobre las calles, en el parque, sobre los árboles, en los postes de conducción de la energía eléctrica o en las múltiples facetas y formas como se viene difundiendo agresivamente contra los electores, y que los espacios públicos deben respetarse y no permitir el descontrol como el que se vive actualmente.
Los espacios públicos no se respetan y tenemos la certeza de que ningún funcionario público, como son todos los que ejercen sus funciones de rodillas ante tales supuestos dignatarios, tomarán medidas o adoptarán políticas serias que contribuyan a un ejercicio democrático donde los programas o las ideas, sean la base de su convocatoria a las urnas.
No podemos repetir que da tristeza, porque ya nos hemos sumido en ese completo abandono, ya vivimos una situación que cada día es más precaria, donde los electores no eligen por convicción, sino que por el contrario están ansiosos de una dádiva, de un abrazo o quizá de una promesa que nunca ha de llegar.
Y quienes nos acosan con sus pasacalles, con sus imágenes mostrando una cara que no tienen, adoptando una posición de desafío que no se compadece con su historial mendicante de la burocracia, abusan de este carnaval y se ufanan de tener recursos para empapelar, para untarle la mano al uno y al otro y para considerar que sus propuestas son las mejores, cuando no tienen idea y no transmiten un pensamiento claro y preciso, más allá que esa manía repetitiva que se han utilizado por todos aquellos que con todas las formas de corrupción les ha permitido llegar a donde han llegado.
Dónde están las normas y las directrices de respeto del elector y de organización de las campañas políticas en la provincia, sobre todo, cuando me refiero a municipios atrasados y olvidados en la geografía política nacional como Garzón, la tierra desde donde escribo esta columna.
Convoco a la ciudadanía que ante la desidia de la organización política y el caos que vivimos, no nos dejemos enlodar con el voto por quienes realmente, en esta temporada, han vuelto a estas tierras, como aves de mal agüero, para buscar un voto, un apoyo, que no se merecen y que no es oportuno en estos momentos donde el cambio no ha funcionado más que para perpetuar la inercia y el abandono de nuestras comunidades.
