Desde que se posesionó el presidente Gustavo Francisco Petro Urrego el pasado 7 de agosto, la sociedad colombiana empezó a generar grandes expectativas para lograr un proceso desacelerador de la violencia irracional que durante décadas ha padecido en algunas regiones del país. Las sanas intenciones del primer mandatario de los colombianos de buscar la paz total, está en vilo por la continuidad de las masacres que cada vez son más intensas. En solo 35 días van 16 masacres y en lo que va corrido del año van 273, lo cual está provocando un estado de incertidumbre como se presentan estos hechos violentos. Inclusive los descuartizamientos ocurridos en la capital de la República han sido rechazados rotundamente por la opinión pública, por los cuadros dantescos y macabros como están ocurriendo.
Los hechos violentos ocurridos en los departamentos del Santander, Atlántico y Nariño reflejan la caótica situación que vivimos. Los asesinatos atroces que se han registrado llaman a una acción común contra el crimen. Landázuri, un pequeño pueblo de Santander que no tiene más de 10.000 habitantes, vivió este domingo una violenta jornada. En la madrugada, cinco personas de nacionalidad venezolana asesinaron a una familia en la vereda Buenos Aires, a cuatro horas del casco urbano del municipio. El profesor Álvaro Díaz Pineda, su esposa Loiden Acuña Pérez y sus hijos Sebastián y Karen, de 13 años, fueron asesinados e incinerados. Brutal y aberrante masacre. Igualmente, la comunidad reaccionó. En la noche del domingo, cinco presuntos responsables del crimen, cuatro fueron capturados y asesinados por la comunidad. Y el quinto estaba siendo buscado.
En lo corrido del año, las autoridades han dado cuenta del hallazgo de 28 cuerpos mutilados, quemados y embolsados, que han sido abandonados en distintos sectores de Bogotá. Las características que presentan estos crímenes hacen pensar que se trata de vendettas entre grupos delincuenciales que se disputan el control de las redes de narcotráfico. fenómeno que se ha expandido como consecuencia de una mayor penetración de los carteles de la droga. Igualmente, las Disidencias de las Farc estarían detrás de ataque que dejó un muerto y ocho heridos en Tumaco. En Barranquilla, ocurrió otro hecho violento. Seis personas fueron asesinadas, en el barrio de las Flórez, producto de a las pugnas por el narcotráfico entre las bandas de los Costeños y el Clan del Golfo.
Paralelo a lo anterior, la inseguridad se ha convertido en el más grande fenómeno desestabilizador, que presentan los colombianos cuando se desplazan por el territorio, especialmente en las zonas urbanas, donde estamos expuestos en cualquier instante, a ser sujetos de un atraco a mano armada. Todavía seguimos manteniendo el ADN de la violencia que, durante los últimos doscientos años, ha caracterizado a las familias colombianas. No estamos viviendo sabroso, como nos lo prometieron.
