Durante una visita a la Universidad Católica francófona de Louvain-la-Neuve, Bélgica, el Papa Francisco enfrentó duras críticas por sus declaraciones acerca del rol de la mujer en la Iglesia y la sociedad. En un encuentro con estudiantes, el pontífice afirmó que «la mujer es acogida fecunda, cuidado, entrega vital», lo que generó reacciones de decepción e incomprensión tanto en los asistentes como en la institución organizadora.
Los estudiantes presentaron una carta que destacaba la «invisibilidad de las mujeres en las dimensiones interseccionales de los ministerios eclesiales, la justicia social y el pensamiento», y señalaron las consecuencias de esta postura en temas como la transición ecológica. Asimismo, cuestionaron la compatibilidad entre el llamado al desarrollo integral y las posiciones de la Iglesia sobre la homosexualidad y el lugar de la mujer.
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En su respuesta, Francisco argumentó que “la Iglesia es una mujer” y que las características femeninas no deberían definirse por consensos o ideologías. Sin embargo, esta declaración fue rápidamente criticada por la universidad, que la calificó como una “posición reduccionista” y expresó su «incomprensión y desaprobación».
Valentina Hendrix, una estudiante de 22 años, afirmó sentirse reducida por las palabras del Papa, al considerar que limitan el papel de las mujeres a ser madres y esposas, roles tradicionales de los que muchas mujeres buscan emanciparse. Por su parte, el climatólogo Jean-Pascal van Ypersele lamentó que Francisco «no estuviera a la altura de las circunstancias» y consideró que evitar el fondo de la pregunta sobre el respeto de la Iglesia por las mujeres fue un error.
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Además, el Papa aprovechó la ocasión para visitar la tumba del rey Balduino, quien en 1990 se negó a firmar la ley que despenalizaba el aborto en Bélgica. Durante una ceremonia en presencia del rey Felipe y la reina Matilde, Francisco elogió el «coraje» del monarca fallecido, calificando la ley de «asesina» y destacando su decisión de dejar temporalmente el cargo en protesta.
El viaje del Papa también incluyó una reunión con víctimas de agresiones sexuales dentro de la Iglesia belga. En este contexto, Francisco enfatizó la importancia de escuchar a las víctimas, reconociendo que «el abuso de poder» es una de las raíces de la violencia. Además, reafirmó el compromiso de la Iglesia para ser una institución que sirva a todos sin ejercer dominación.
