La Corte Constitucional de Colombia se encuentra inmersa en un trascendental debate sobre si los animales de compañía deben ser reconocidos como integrantes de una familia, marcando un hito en el ámbito jurídico del país.
Si bien, hasta ahora, la legislación colombiana no reconoce la idea de una familia inter-especie, cada vez más hogares han adoptado mascotas, llegando a establecer vínculos afectivos tan profundos como los que se generan con seres humanos. Hasta hace poco, estas mascotas se consideraban como bienes dentro del marco legal.
Sin embargo, recientemente, la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo inédito al reconocer a un perro como miembro de una familia en un caso donde un hombre demandó a su exesposa por no permitirle ver a su «hija perruna», alegando un impacto emocional tanto para él como para el animal.
El tribunal dictaminó que el perro es parte del núcleo familiar y, por ende, los juzgados deben considerar su bienestar, así como el de sus dueños. Este caso sentó las bases para un debate más amplio que se llevará a cabo en una audiencia pública convocada por la Corte Constitucional.
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En esta audiencia, se buscará precisar los desafíos jurídicos derivados del reconocimiento de los animales de compañía como seres sintientes, a la vez que se consideran bienes con derechos reales. Se intentará clarificar la condición jurídica de las mascotas en las familias, distinguiendo su papel como parte de la unidad familiar sin equipararlas a hijos, debido a sus capacidades y roles específicos.
Actualmente, el derecho colombiano reconoce siete tipos de familia, sin contemplar explícitamente la familia multi-especie. Sin embargo, se considera que la evolución de la sociedad y las necesidades ciudadanas demandan una adaptación legal para proteger y reconocer a las familias que incluyen animales de compañía.
La audiencia de la Corte Constitucional no solo analizará la posibilidad jurídica de considerar a las mascotas como parte de la familia, sino también las eventuales afectaciones tanto a los animales por su separación de los humanos como a las personas por la separación de un animal con el que han convivido.
Este debate marca un paso importante hacia la adaptación del marco jurídico colombiano a la realidad de las familias modernas, donde las mascotas ocupan un lugar significativo.
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