Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
Desde que el pasado domingo 7 de agosto fuimos testigos a través de los medios de comunicación del histórico acto de transición de mando presidencial de parte de Iván Duque Márquez, quien representaba la derecha en nuestro país, miembro del partido Centro Democrático, hacia el líder de la Colombia Humana Gustavo Petro Urrego, quien representa y enarbola las banderas de la izquierda en nuestro territorio nacional, la nación entera ha estado a la expectativa de las primeras acciones del entrante Presidente de la República.
No cabe duda que la presentación de la reforma tributaria ante el Congreso ha sido el hecho inicial más importante y que con seguridad trazará una ruta para el devenir económico de este país, debido al inmenso déficit fiscal en que se encuentra, dadas las razones o justificaciones que los amigos del gobierno saliente expresen, o las culpas y errores que enumeren los afectos a la nueva administración.
Hoy todos los analistas económicos de este país están emitiendo juicios de valor respecto a la mencionada reforma, algunos cuestionándola fuertemente con apasionamiento político, otros buscándole los pro y los contra, y otros bendiciéndola y aclamándola como el gran tratado que sacará al país de la olla en la que se encuentra.
De acuerdo a un análisis hecho por Forbes.co, en el proyecto de reforma proponen rediseñar o depurar el impuesto de renta a personas naturales, “con el fin de lograr un sistema progresivo más progresivo, justo y simple”, según lo plantea el Ministro de Hacienda José Antonio Ocampo.
El proyecto se centra en “reducir sustancialmente las exenciones que existen en el régimen del impuesto de renta de personas naturales y que benefician fundamentalmente a los contribuyentes de más altos ingresos”. Así las cosas, los ciudadanos que devenguen menos de diez millones de pesos mensuales no pagarán impuesto de renta, pero sí lo harán las personas que reciban más de ese valor, que en realidad suman el 2,4% de la población del territorio nacional.
Proponen igualmente un impuesto al patrimonio de forma permanente con un esquema de tarifas marginales, es decir que cambian según el nivel de recursos. En relación con esto, recaudarán contribuciones a partir de los $3.000 millones de pesos, con una renta exenta de 500 millones para proteger la vivienda habitacional.
En cuanto al impuesto a las ganancias ocasionales, de acuerdo al proyecto presentado, éstas serían ajustadas según el nivel de ingresos, teniendo en cuenta una tarifa que iría desde el 10% hasta el 39%.
En otro punto se expuso el gravamen a las bebidas azucaradas y a los comestibles ultraprocesados como las golosinas y algunos embutidos. En tales circunstancias, en cuanto al tema de las bebidas azucaradas, la tarifa se definiría en función del contenido de azúcar por cada 100 mililitros del líquido, y para los productos comestibles, la tarifa que proyectan es del 10%.
La reforma contiene mucho más ingredientes que no alcanzo a enumerar en esta columna, pero que valen la pena analizar y comprender muy bien para no tergiversar o adulterar su sentido de la misma.