En Colombia, la reciente tendencia de disminución de la inflación y la reducción de las tasas de interés ha coincidido con un crecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB). Camilo Herrera Mora, fundador del grupo empresarial Raddar, aclara que este fenómeno puede parecer contradictorio, pero se explica a través de la dinámica económica. Al reducirse la inflación, los consumidores tienen más confianza y capacidad de compra, lo que estimula el consumo y, por ende, el crecimiento económico.
La inflación mide la variación en los precios de una canasta de bienes y servicios esenciales. Cuando este indicador es bajo, las familias sienten un aumento en su poder adquisitivo, lo que las motiva a gastar más. A su vez, esto beneficia a las empresas, que experimentan un incremento en sus ventas, impulsando así la producción y la creación de empleo. Por tanto, una inflación controlada puede ser un catalizador del crecimiento económico, ya que fomenta un ambiente propicio para el consumo.
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Por otro lado, las tasas de interés, que el Banco de la República ajusta en respuesta a la inflación, han sido recortadas para estimular aún más la economía. Cuando las tasas son más bajas, el costo del crédito se reduce, facilitando que tanto consumidores como empresas accedan a financiamiento. Este acceso a crédito más asequible fomenta la inversión y el gasto, lo que contribuye al crecimiento del PIB.
En este contexto, la combinación de una inflación a la baja y tasas de interés recortadas ha permitido a la economía colombiana crecer a un ritmo del 2%. Esta situación pone de relieve la importancia de mantener un equilibrio entre la inflación y las políticas monetarias, ya que una gestión efectiva de ambos factores puede generar un ciclo económico positivo que beneficie a la población en general.
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