En Colombia, la crisis del sistema de salud se agudiza con un nuevo y preocupante capítulo que afecta a más de 45 mil pacientes en tratamiento de diálisis. Los nefrólogos han alertado sobre el déficit de personal y las dificultades en el acceso a tratamientos vitales, mientras miles de pacientes trasplantados y en lista de espera enfrentan una incertidumbre creciente.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
La crisis de salud en Colombia, que se ha venido agravando durante los últimos meses debido a un severo déficit financiero, ha entrado en un nuevo y alarmante capítulo. Los nefrólogos, especializados en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades renales, han alertado sobre un déficit de personal y el riesgo en la continuidad de tratamientos para los pacientes con enfermedades renales.
Se estima que en el país unos 45 mil pacientes reciben diálisis, y más de 8 mil trasplantados no pueden interrumpir su tratamiento. Juan Diego Montero, de la Asociación Colombiana de Nefrología, denunció las dificultades que enfrentan los pacientes para acceder a la diálisis, un tratamiento crucial que elimina de la sangre las sustancias nocivas que el cuerpo de un paciente con insuficiencia renal no puede eliminar por sí mismo.
Además, hay problemas con las líneas de diálisis y otros insumos necesarios para los tratamientos, exponiendo a los pacientes a graves riesgos. «Sin las sesiones diarias de tratamiento, estos pacientes enfrentan un alto riesgo de hospitalización y muerte», advierte Montero.
Actualmente, en Colombia hay alrededor de 45.000 pacientes en diálisis, y 8.000 trasplantados que necesitan que su atención no se vea comprometida. A esto se suman otros 6.000 pacientes en lista de espera para trasplante, lo que constituye los casos más críticos.
La crisis no solo afecta a los pacientes. La Asociación Colombiana de Nefrología ha hecho un llamado urgente al Gobierno Nacional debido a las condiciones laborales de los profesionales de la salud que atienden a estos enfermos. La crisis del sector está provocando desempleo y un déficit en las unidades de atención renal, así como en los programas de protección para estas patologías. “Es urgente garantizar la atención y el financiamiento del sistema en este momento de incertidumbre. Muchos pacientes se preguntan qué va a pasar con sus citas, tratamientos y medicamentos. Una terapia o una operación suspendida puede costar una vida,” agregó Luis Ramón Barros, presidente de la Asociación Colombiana de Nefrología.
Finalmente, la organización exige al gobierno que permita su participación en las discusiones sobre políticas públicas que afectan el servicio de medicina en el país. A pesar de la crisis, señalan que la mayoría de las atenciones han continuado con regularidad y piden no generar pánico innecesario.
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En Colombia, más de 23.000 personas necesitan diálisis porque sus riñones han dejado de funcionar. En 2022, se reportaron 42.712 pacientes en terapia de reemplazo renal, con un 58,3 por ciento en hemodiálisis.
Jhon Fernando Sierra, un paciente que recibe diálisis, expresa la incertidumbre que afrontan miles de pacientes con fallas renales en el país: “Es sentir, como colombiano y como paciente, que nos tienen en medio de una puja política. Independientemente de si es de izquierda o de derecha, la salud de los colombianos no debe estar en el medio.”
Según la plataforma SISPRO, entre 2020 y 2022, un total de 134.725 personas fueron atendidas por enfermedad renal crónica. La mayoría de ellos se encontraban en la etapa 3 de la enfermedad (un 38,57 por ciento), seguida de la etapa 2 (un 25,91 por ciento) y la etapa 5 (un 20,14 por ciento).
El problema de salud renal en Colombia refleja una situación más amplia y preocupante sobre la infraestructura y la financiación de la salud en el país. Los hospitales y clínicas están luchando por mantener un suministro constante de equipos y medicamentos esenciales, mientras que el personal médico está siendo sometido a una presión cada vez mayor. Los recortes presupuestarios y las demoras en los pagos por parte del sistema de salud han creado un entorno de trabajo insostenible para muchos profesionales.
Además, los pacientes y sus familias están enfrentando enormes desafíos. El costo de los tratamientos, incluso cuando están parcialmente cubiertos por el sistema de salud, puede ser prohibitivamente alto, lo que obliga a muchos a endeudarse o a renunciar a otros aspectos cruciales de su vida. Esta situación no solo afecta la salud física de los pacientes, sino también su bienestar emocional y mental.
La situación exige una respuesta inmediata y coordinada por parte de todas las partes involucradas. El gobierno, las instituciones de salud, los profesionales médicos y la sociedad civil deben trabajar juntos para encontrar soluciones sostenibles. Esto incluye no solo mejorar la financiación y la distribución de recursos, sino también implementar políticas que aseguren un acceso equitativo y continuo a los tratamientos necesarios.
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