Por estos días se encuentra muy agitada la diplomacia en Europa con el conflicto actual por el tema de la posible invasión rusa sobre Ucrania. País sobre el cual existen muchos intereses de la unión europea y Rusia. Debido a la crisis de Ucrania se ha desatado una inestabilidad energética en Europa que llevó a precios históricos la energía.
Los precios han aumentado casi cuatro veces desde el comienzo de la pandemia, debido a la tensión diplomática, países como Alemania se están viendo afectados gravemente ya que el gas ruso es básico para su subsistencia energética, ya que este hidrocarburo calienta el 50% de los hogares y representa más del 20% en servicio de energía primario.
En el año 2011 ocurre el desastre nuclear de Fukushima evento que se dio consecuente al terremoto y posterior tsunami que sacudió Japón desencadenando problemas de radioactividad en esta región. En consecuencia de lo ocurrido, Europa liderada por la entonces canciller alemana Angela Merkel decide de parar y desacelerar paulatinamente las plantas nucleares que en su momento fueron creadas para disminuir la dependencia del gas ruso y tener una confiablidad energética y que hoy representa casi el 3% de la matriz energética de Alemania.
Hoy Alemania y la Unión Europea están planeando una inversión de al menos 500 billones de USD en energía renovable no convencional y al mismo tiempo reactivar plantas nucleares para poder soportar la intermitencia de las plantas solares y eólicas, que funcionarían a la perfección con plantas eléctricas a gas que hoy proviene de Rusia o de importaciones de gas natural licuado a altos precios.
El problema de las plantas nucleares es que nadie quiere tener en su vecindario una planta de este tipo, debido a la estigmatización que han tenido durante toda la vida, grupos de interés, gobiernos y hasta las personas del común aborrecen este tipo de tecnologías que a la hora de la verdad es la generación de energía más limpia y que genera mejor confiabilidad del sistema. Lo cierto es que Alemania tendrá que reconsiderar que le conviene más en términos energéticos para cumplir con los compromisos de cero emisiones de CO2 pactados al año 2050.
