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Crisis pesquera en Yaguará

Oct 11, 2024

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Cerca de 300 pescadores artesanales en Yaguará se encuentran en medio de una grave crisis causada por la sequía que ha disminuido drásticamente los niveles del embalse de Betania. Durante casi un año, la escasez de agua les ha obligado a caminar más de un kilómetro para alcanzar sus botes, y las capturas de pescado se han reducido significativamente.

DIARIO DEL HUILA, PANORAMA

En el municipio de Yaguará, Huila, cerca de 300 pescadores artesanales enfrentan una crisis sin precedentes debido a la severa sequía que afecta al embalse de Betania. Desde hace casi un año, el nivel de agua ha disminuido drásticamente, obligando a los pescadores a recorrer más de un kilómetro por el lecho seco para alcanzar sus embarcaciones, y las capturas han caído significativamente, poniendo en peligro su medio de vida.

El embalse de Betania, conocido por ser una de las principales fuentes de sustento para los pescadores de la región, hoy se ha convertido en un reflejo lejano de lo que solía ser. Las orillas, que alguna vez permitían un acceso rápido a las embarcaciones, ahora se han alejado más de un kilómetro, obligando a los pescadores a caminar largas distancias bajo el sol abrasador para intentar mantener su actividad económica.

Un panorama desolador

Alexander García, más conocido como ‘Pulecio’, es uno de los pescadores afectados por esta situación. Con 20 años de experiencia en el oficio, ahora se enfrenta a jornadas casi infructuosas. «Antes, el agua estaba ahí, en el puerto», dice mientras señala el horizonte seco donde antes fluía el embalse. «Ahora tenemos que caminar más de un kilómetro para llegar a los botes, y el problema es que los peces ya no están donde solían. Se han refugiado en las aguas más profundas».

La situación no solo implica el esfuerzo físico adicional para llegar a sus embarcaciones, sino que los peces, al desplazarse a las áreas más profundas y frías del embalse, se han vuelto inaccesibles para los pescadores artesanales, cuyas herramientas y técnicas no están preparadas para trabajar en esas zonas. Esto ha provocado una caída en las capturas diarias, afectando directamente la economía de las familias que dependen de la pesca.

La sequía y la gestión del agua: un dilema

La sequía ha afectado no solo a los pescadores, sino a toda la comunidad que rodea el embalse. Emgesa, la empresa responsable de la gestión del embalse de Betania, ha priorizado la generación de energía, un aspecto fundamental en épocas de escasez hídrica, pero que ha resultado devastador para los pescadores. Al reducir los niveles de agua para seguir generando electricidad, las actividades económicas ligadas a la pesca se ven seriamente comprometidas.

«Nos sentimos olvidados», asegura Alexander, quien señala que los pescadores no han recibido apoyo para enfrentar la situación. «La empresa solo se preocupa por la energía, pero nosotros vivimos del pescado, y si no hay agua, no hay pesca». Esta afirmación refleja el sentir generalizado de la comunidad, que ve cómo la falta de un plan de contingencia adecuado por parte de las autoridades agrava su situación.

El impacto del cambio climático

El cambio climático ha jugado un papel crucial en esta crisis. Las sequías son parte del ciclo natural de la región, pero los efectos del calentamiento global han intensificado su duración y severidad. Las altas temperaturas y la falta de lluvias han profundizado los efectos negativos sobre el embalse, afectando tanto al ecosistema acuático como a las comunidades que dependen de él.

«Empezamos a notar la falta de agua en mayo», relata García, «y desde entonces no ha mejorado». La disminución de las capturas es dramática: algunos días, los pescadores apenas logran reunir suficiente pescado para alimentar a sus familias, y la posibilidad de vender excedentes se ha vuelto esporádica. Esto ha desestabilizado la economía local, que tradicionalmente se apoyaba en la pesca artesanal.

La lucha diaria por sobrevivir

A pesar de la adversidad, los pescadores de Yaguará no se rinden. Cada día salen al embalse con la esperanza de que el próximo viaje sea más fructífero que el anterior. No obstante, la incertidumbre es constante. «Algunos días ni siquiera pescamos lo suficiente para alimentar a nuestras familias», comenta García con frustración. «Queremos trabajar, queremos seguir adelante, pero necesitamos apoyo».

Las autoridades locales han escuchado las demandas de los pescadores, pero las soluciones han sido escasas y lentas. Hasta la fecha, no se ha implementado un plan de contingencia que aborde de manera efectiva las necesidades inmediatas de los pescadores, y la comunidad sigue esperando una respuesta clara.

Mientras tanto, los pescadores de Yaguará siguen luchando por mantenerse a flote, figurativamente y literalmente. Muchos han empezado a diversificar sus actividades económicas, dedicándose al comercio informal o a la agricultura, con la esperanza de compensar los ingresos perdidos por la baja en la pesca. Sin embargo, estas alternativas no siempre son suficientes para cubrir las necesidades básicas de sus familias.

Efectos colaterales: impacto social y económico

La crisis de los pescadores no es solo un problema individual, sino que afecta a toda la comunidad de Yaguará y las poblaciones cercanas que dependen del embalse de Betania. Las ventas de pescado, que solían ser una fuente importante de ingresos para la región, han disminuido considerablemente. Los comerciantes locales, que compraban grandes cantidades de pescado fresco para distribuirlo en los mercados de Neiva y otras ciudades, ahora enfrentan una escasez de producto.

«Antes podíamos vender una buena cantidad de pescado al día, pero ahora con suerte encontramos a alguien que nos compre», comenta un comerciante de pescado en el mercado de Neiva. «La gente sigue queriendo pescado fresco, pero no hay suficiente oferta para cubrir la demanda».

Este desequilibrio entre oferta y demanda ha generado un aumento en los precios del pescado, lo que afecta tanto a los consumidores como a los vendedores. Además, otros sectores de la economía local, como los restaurantes y las tiendas de abarrotes, también han sufrido pérdidas debido a la falta de pescado, un producto tradicional en la dieta de los habitantes de la región.

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Los jóvenes y la pesca: una tradición en riesgo

La pesca artesanal no solo es un medio de subsistencia, sino una tradición que se ha transmitido de generación en generación en Yaguará. Sin embargo, la crisis ha puesto en riesgo la continuidad de esta actividad, especialmente entre los jóvenes. Muchos de ellos, desalentados por la falta de oportunidades y los bajos ingresos, han optado por emigrar a las ciudades en busca de trabajos mejor remunerados.

«Antes, mi hijo me ayudaba con la pesca, pero ahora prefiere buscar trabajo en Neiva», dice García, con tristeza en la voz. «Entiendo que quiera algo mejor, pero me duele pensar que una tradición que ha sido parte de nuestra familia durante décadas pueda perderse».

Esta migración de jóvenes hacia las ciudades no solo debilita el sector pesquero, sino que también crea una brecha generacional en la comunidad, dejando a los pescadores más veteranos con menos manos para realizar el trabajo.

El papel de las autoridades: falta de respuestas

Hasta el momento, las autoridades locales y regionales no han implementado medidas efectivas para mitigar la crisis de los pescadores. Aunque se han hecho promesas de ayuda, como la construcción de infraestructura para mejorar el acceso al embalse o la creación de programas de apoyo económico, pocas de estas iniciativas se han materializado.

«Nos prometieron que iban a hacer algo, pero hasta ahora nada ha cambiado», dice García, con la voz cargada de frustración. «Necesitamos soluciones reales, no solo promesas».

Las organizaciones de pescadores han presentado peticiones a las autoridades, solicitando apoyo en forma de subsidios, acceso a créditos blandos o la creación de programas de capacitación para diversificar sus habilidades laborales. Sin embargo, la respuesta ha sido lenta, y la comunidad sigue esperando.

Esperanza en las lluvias

Las lluvias, esperadas para finales de septiembre, se han convertido en la última esperanza de los pescadores. Sin embargo, aunque el embalse se recupere, el daño económico y ambiental ya está hecho. «El ecosistema ha cambiado», advierte García. «No sabemos si, incluso cuando regrese el agua, los peces estarán allí como antes». El impacto de la sequía en la biodiversidad del embalse aún no se ha evaluado completamente, pero las expectativas no son alentadoras.

A medida que la sequía persiste, los pescadores artesanales de Yaguará siguen luchando por mantener su modo de vida. La caminata diaria para llegar a sus embarcaciones, la incertidumbre de si lograrán capturar suficiente pescado y la falta de apoyo oficial han convertido este año en una verdadera prueba de resistencia. La comunidad sigue aferrándose a la esperanza de que las lluvias traigan alivio y que las autoridades actúen para mitigar el impacto de la sequía.

Un llamado a la acción

La crisis en Yaguará es un recordatorio urgente de la necesidad de gestionar los recursos hídricos de manera equitativa y sostenible. Si bien la generación de energía es esencial, también lo es el bienestar de las comunidades que dependen del agua para su sustento. Es imperativo que tanto las autoridades locales como las empresas responsables de la gestión del embalse implementen soluciones que permitan a los pescadores artesanales continuar con su actividad, garantizando el equilibrio entre la producción de energía y la pesca artesanal.

Mientras tanto, los pescadores de Yaguará seguirán esperando una respuesta, caminando kilómetros por el lecho seco del embalse de Betania, aferrándose a la esperanza de que algún día el agua vuelva a sus orillas y la vida pueda retomar su curso normal.

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