Hay muchas versiones de cuando fue que ocurrió el principio del fin de nuestra patria. Para algunos, entre ellos el maestro Plinio Apuleyo Mendoza, esa fecha coincide con el crimen de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1.948. Para otros, coincide con el día en que las Farc proclamaron a la región de Marquetalia como república independiente, otros historiadores la ubican, como lo dijo el periodista José Miguel Alzate en el Diario El Tiempo, que Colombia se “jodió” desde que los dos partidos políticos tradicionales desataron la violencia fratricida que , en los años 1.947 y 1.953, dejo más de 300.000 muertos, en fin, pero recientemente el nobel de literatura Mario Vargas Llosa escribió, en la novela “Conversación en la Catedral” que Colombia se “jodió” en las elecciones de Octubre de 2022 cuando fue elegido Gustavo Petro como presidente de la república.
Son opiniones diversas de autores que narran cada uno, según sus experiencias, teniendo en cuenta las gravísimas dificultades de orden interno que ha vivido nuestra patria, inclusive desde que se disparó el primer tiro de fusil en la guerra civil de los 1.000 días, conflicto que se llevó a cabo entre el 17 de octubre de 1.899 y el 21 de noviembre de 1.902, confrontación que fue catalogada por el general Lucas Caballero como “la más prolongada, sangrienta y costosa de todas las guerras que ha tenido lugar en Colombia”.
Hasta ese año 1.902 así era, pero ha partir del 9 de abril la situación no ha sido de guerras civiles, sino de violencia fratricida entre los partidos políticos tradicionales brutalidad que finalizo a raíz de los acuerdos, de Benidorm el 24 de julio de 1.956 y el de Sitges el 20 de julio de 1.957, suscritos por los jefes de los partidos liberal y conservador, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez Castro respectivamente.
Otra es la situación que hemos vivido a partir de los años 80, con una violencia criminal producto de la injerencia de grupos de narcoterroristas en la política, al auge del cultivo de coca y a los grupos de autodefensas que desbordaron toda buena intención en su origen, convirtiéndose en “clanes o bloques asesinos” dedicados al tráfico de estupefacientes.
Lo que nunca nos hemos preguntado es: ¿cuándo se terminó de joder Colombia? No creo que haya llegado todavía ese momento, pero no estamos lejos de padecerlo si no tomamos cartas en el asunto.
La preocupación que nos asalta hoy es la de que, a Gustavo Petro ayer guerrillero, hoy presidente de la república, no lo vemos interesado en resolver la gravísima situación de orden público que vive el pais. De manera insólita, el gobierno del cambio, acude a uno de los más peligrosos criminales de los últimos tiempos para congraciarse con el delincuente, al que ayer combatían con las armas, designándolo “gestor de paz” con el único fin de enlodar a ilustres colombianos con calumnias, y para someter la justicia al imperio del delito, buscando polarizar aún más a nuestra sociedad.
Al nuevo “gestor de paz” los jueces colombianos lo sindican de ser autor de 1.116 homicidios, 2.023 casos de desplazamiento forzado, 321 hechos de desaparición forzada, 28 delitos de violencia de género, 10 de reclutamiento forzado y 523 asociados a otros delitos. Si los organismos judiciales le abren la puerta a ese engendro del mal, paso a creer que comenzaremos a caminar, más temprano que tarde, hacia el final de la historia democrática de Colombia.
¡Una nueva gesta libertadora se requiere ya! Nuestra obligación es salvar la patria de las amenazas que gravitan sobre nuestra amada república. ¿Qué estamos esperando? Julio Bahamon.
