María Clara Ospina
A diario los expertos analizan el absurdo costo económico que acarreará la Reforma a la Salud, de ser aprobada en el Senado. Aún entre los más conocedores de la economía colombiana, como son los exministros de finanzas, no hay acuerdo del costo de esta mal planteada reforma.
Dice José Manuel Restrepo, exministro de finanzas y Rector de la Universidad EIA, en su reciente columna en El Nuevo Siglo, que la Reforma a la Salud “le costará al país aproximada de 17 billones adicionales”.
¿De dónde saldrán los fondos para pagar esto, sumados a los costos de las otras reformas y subsidios que el gobierno de Petro está empeñado en aprobar? Habrá, con seguridad, que presentar otra Reforma Tributaria que ahorcará aún más a los colombianos y a una economía ya fracturada.
Esto, con todo lo grave que es, está lejos de ser la peor consecuencia de su aprobación en el Senado, en unos meses. Mucho peor es el riesgo que presenta para la salud y vida de los colombianos. Dice Restrepo: “La reforma plantea riesgos de cobertura en atención de 3 y 4 nivel de complejidad, sacrifica la gestión de riesgo financiero, multiplica la politiquería y corrupción y con ello pone en riesgo a muchos colombianos”.
Pero aquí no termina la tragedia que arrastra esta reforma; los más destacados juristas del país han dejado muy claro que la reforma de salud tiene reparos constitucionales como es aquel que elimina “la libre elección” a la que los ciudadanos tenemos derecho.
En medio de esta incertidumbre, Guillermo Jaramillo, ministro de Salud, ataca e insulta, de la manera más descarada e irresponsable, la actuación de los médicos y el gobierno de Duque durante la pasada pandemia.
En su difamatoria denuncia calificó como un negocio el aumento de las UCI, adquiridas durante la pandemia para tratar a los pacientes con mayor riesgo de muerte. Esa una miserable mentira. Así lo han asegurado y probado los más respetados médicos de la nación.
Esos médicos, y el personal de todos los hospitales colombianos, fueron precisamente los que enfrentaron, a costo de sus propias vidas, la inmensa deficiencia de UCI que había en el país. ¡Qué acusación tan miserable! Esas UCI salvaron de la muerte a miles durante la pandemia.
Ni hablar del cuento sobre las primeras vacunas que se aplicaron, las cuales nos convirtieron a todos, según Jaramillo, en ratones de laboratorio. ¡Falso! Fue gracias a esas vacunas que muchos estamos vivos. ¿Cuántos murieron antes de ser vacunados? Este ministro es igual a Gustavo Petro, los dos actúan como mitómanos y mienten constantemente, sin vergüenza.
La desquiciada Reforma a la Salud, las trastornadas acusaciones del ministro Jaramillo, la defensa a la reforma en la Cámara de Representantes por el ministro de Gobierno, de absurdos tales como que los alcaldes y gobernadores elegirán a dedo a los médicos directores de los hospitales y centros de salud, son parte de una peligrosa agenda ideológica, cargada de populismo y atroces improvisaciones.
¿Cuántas vidas costará esta reforma y esta trastocada agenda ideológica?
Los colombianos debemos preguntar a Gustavo Petro, sus ministros de Salud y Gobierno y los Congresistas que se dejaron comprar por el gobierno para lograr la aprobación de esta criminal reforma, ¿cuántos colombianos van a morir por culpa de ustedes?