Por:
| Javier Ernesto Monje Escobar |
La conservación del medio ambiente no debe ser un tema de importancia solo cuando los incendios destruyen nuestros bosques o el calor se vuelve insoportable. La necesidad de actuar es evidente en esos momentos, pero la realidad es que cuidar nuestro entorno es un deber diario. No basta con sembrar árboles apresuradamente tras un desastre; Debemos hacerlo con conciencia y planificación.
La temporada de lluvias es el mejor momento para plantar árboles porque aumenta considerablemente su supervivencia. Sin embargo, muchas iniciativas de reforestación se realizan sin la información adecuada sobre las especies y el entorno. Sembrar un árbol no es solo un gesto simbólico como muchas personas quieren hacerlo ver, siembran los árboles y los dejan a la deriva posterior a la foto; debemos tener claro que esto es una inversión en el futuro que exige conocimiento y responsabilidad. Hay que elegir bien las especies, considerar su adaptación al terreno y garantizar quién cuidará de ellas para que prosperen.
Sembrar en el momento adecuado marca la diferencia entre el éxito y el fracaso de la reforestación. Durante la temporada de lluvias, el suelo mantiene la humedad constante, lo que permite que las plantas jóvenes reciban el agua necesaria sin depender de riego extra. En esta etapa, las raíces no están lo suficientemente desarrolladas para obtener agua de las capas profundas del suelo, por lo que esta humedad superficial es vital. Además, este entorno propicio fortalece las raíces, preparándolas para resistir futuros cambios climáticos.
Los incendios que han devastado varias regiones nos recuerdan que la naturaleza no espera, y aquí es donde los líderes locales deben tomar acción. Todos los alcaldes y gobernadores del país deberían estar trabajando desde ya en planes de acción serios, no solo para prevenir incendios, sino también para recuperar lo que se ha perdido. Estos planes deben incluir reforestación con especies nativas, programas de educación ambiental, fortalecimiento de cuerpos de bomberos y brigadas forestales. Además, es fundamental destinar recursos suficientes para afrontar estas crisis de manera eficiente. La planificación ambiental debe ser una prioridad en cada administración, y el presupuesto necesario es clave para que estas acciones no se queden en el papel.
El medio ambiente no solo se protege sembrando árboles, se necesita un enfoque que abarque la reducción de residuos, la protección de reservas naturales, la promoción de prácticas sostenibles en todas nuestras actividades diarias, se necesita con urgencia que las sanciones para quienes atentan contra el ecosistema marquen la diferencia, que sean castigos severos y, sobre todo, que se cuente con los equipos necesarios para realizar las debidas investigaciones. Si trabajamos de manera constante y comprometida, en lugar de reaccionar solo cuando ocurren catástrofes, estoy completamente seguro que el medio ambiente nos lo agradecerá.
Es fundamental que todos nos convirtamos en defensores de activos del medio ambiente. No debemos esperemos que la situación sea crítica para actuar, es el momento de tomar acción, debe ser un esfuerzo continuo, adoptando medidas significativas, que marquen la diferencia, es necesario exigirles a nuestros mandatarios que se debe recurrir a todos los esfuerzos y así, demostrar, que de verdad defendemos a capa y espada nuestra riqueza verde.
