La columna de Alain Perdomo H
Ya se comienzan a dar las primeras manifestaciones de inconformidad y descontento frente al nuevo gobierno, no es para menos, cualquier candidato de los que aspiró a tan alta dignidad sabía a qué se enfrentaría, lo primero que tendría que hacer como jefe de Estado sería resolver las culpas propias de una sociedad agobiada por: desigualdad, analfabetismo, sistema deficiente de salud, corrupción, delincuencia, deforestación, abandono estatal, narcotráfico entre otros; sin duda a este último factor se le achacan todos los males del país, no es para menos, tampoco es menos cierto que se hayan intentado diferentes fórmulas para atacar este flagelo, pero la cuerda se revienta por el lado más débil y se culpa al campesino que dejó el arado y se dedicó a esta actividad más lucrativa. También se culpa al consumidor, destinatario final de todo este proceso; así lo expresó el Presidente Gustavo Petro en el discurso macondiano que pronunció ante la ONU, en el cual utilizando un lenguaje más literario que de Estadista, culpó al resto del mundo de las consecuencias derivadas del narcotráfico.
Los nacidos a mediados del siglo pasado, recuerdan como se culpaban entre sí liberales y conservadores de la situación que se vivía otrora en Colombia, nada diferente a lo ya mencionado, nadie aceptó culpas, por el contrario, se dedujo que, lo que se necesitaba era más participación democrática entendida como “una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder a la ciudadanía, como forma de convivencia social y que las relaciones se establecen conforme a mecanismos contractuales”; dando paso a la constitución de 1991 que contempla más derechos que obligaciones y más de 16 partidos y movimientos políticos que representan el sentir del pueblo, y peor aún, la nueva carta política creó nuevas instituciones, descentralizadas, desconcentradas, delgadas, les entregó el presupuesto sin ningún control y quién dijo miedo, a gastarse lo que “es sagrado” como dijo Antanas Mockus, refiriéndose al dinero público.
Pero hay otras realidades que debemos tener en cuenta, se tiene a los Alcaldes, Gobernadores y presidente que merecemos, por no tomar en el debido momento las mejores decisiones, para el caso de la presidencia de la República el camino se fue allanando para dos personajes del cual se conocían sus intenciones, había que escoger entre dos males, el menos peor, por un lado, Rodolfo Hernández, quien llegó la fase final de la candidatura a punta de chistecitos y tik tok, y hoy defrauda a millones de sus electores al marginarse del Senado, desde donde podía hacer un gran trabajo coherente con lo ofrecido en campaña, hasta ahí fue RH positivo. Nos tocó quedarnos con Petro, quien tiene un enfoque nacionalista, con la tendencia a crear un relato de grandeza cultural, retomando ideas del obsoleto modelo socialista impuesto por la antigua Unión Soviética en tiempos de la guerra fría. Se necesita revaluar los marcos de referencia de cómo entender el mundo, sobre todo en esa carga ideológica del capitalismo y el socialismo, fenómenos que fueron entendibles en una lógica bipolar, pero que no lograron explicar la complejidad del mundo, ni resolver problemas fundamentales. Frente a la gran alternativa propuesta en lo social, se espera que ojalá no sea más de lo mismo, los tiempos cambian, la Unión Soviética ya no existe, Rusia está en serios problemas, el modelo socialista está replanteado, solo se necesita que se asuman las propias culpas, que no se eche la basura debajo del tapete, que a futuro no tengamos que vivir “un dilema de conciencia” como decía Kafka, que el problema no sea entre ricos y pobres, sino que las oportunidades abunden, que fue lo que hizo grande el sueño americano, con instituciones serias, robustas, incluyentes, pero sobre todo éticas.
Apostilla: Que la frase dicha por Putin “Colombia es nuestro potencial aliado en Latinoamérica”, ojalá no se refiera a que la potencia mundial de la vida, se quiera aliar con la potencia mundial de la muerte, que horror.
