DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Fotos: Felipe Poloche
Andrea Martínez y su esposo tienen una empresa de insumos médicos, pero ella por recomendación, a manera de terapia, se involucró en el cultivo de cactus y suculentas que pasó de un hobby a un emprendimiento. Ahora los dos están metidos, si no de lleno, si mucho más en esta labor que les apasiona. Comenzaron por aprender de a poco y ahora ya tienen todo un emprendimiento.
Los cactus y las suculentas son plantas de la misma familia, pero con diferente apellido, su característica es que retienen agua, comentó en principio Andrea Martínez, una administradora de empresas, que, para hacer terapias en busca de mejorar su salud, comenzó a sembrar estas plantas típicas de las zonas desérticas. Se involucró tanto en el tema que junto a su esposo decidieron montar un emprendimiento para cultivarlas y venderlas.
“A mí me preguntan ¿cómo nació este emprendimiento? la verdad esto no nació como emprendimiento, nace como una necesidad de hacer algo diferente en mi vida para darle terapia a mi salud, comencé a hacerlo así; por terapia, por hobby, hoy día ya se volvió un proyecto de vida”, comentó.
Con el cultivo de cactáceas llevan ya más de dos años, que han aprendido a cultivar paso a paso, a través de las ganas de aprender, leyendo mucho y teniendo siempre como base el interés por crecer cada día con un enfoque que a la vez con el paso del tiempo se fortalece.
Para Andrea, el interés de la gente en estas plantas se debe a que se consideran exóticas, gustan muchísimo, les encanta la novedad porque solamente conocemos cactus muy comunes que son los que vemos en el desierto, “por eso nos hemos dado a la tarea de traer cactus de semillas importadas, llaman mucho la atención al igual que las suculentas”, agregó.
Las plantas como receptoras de energías negativas
En este tema, Andrea Martínez, sostuvo que mucha gente si llega con esa inquietud, ¿que si atraen la suerte o para qué sirven?, ella prefiere no dar ese tipo de direccionamiento y se limita a comentar a los clientes que “son naturaleza, son una bendición de Dios, porque transmiten vida, son para eso para dar vida, alegría como es en la naturaleza”.
La gente las busca por igual, tanto los cactus como las suculentas, las llevan para adornar los espacios en sus casas y reitera que no las recomienda por energías o nada parecido, pero respeta la creencia de cada persona.
Van creciendo
Del proceso de aprendizaje esperan en poco tiempo, de hecho, están en ese paso, pasar al cultivo con semillas importadas, el vivero ha ido creciendo, por eso, “mi palabra preferida es paso a paso, todo comenzó como algo muy pequeño y ya vemos que se ha crecido, el propio proyecto nos ha empujado a crecer”.
Una de las situaciones que se plantea con el cultivo de estas plantas, es que las cactáceas son muy lentas en su crecimiento y las suculentas, su nombre, lo dice, son plantas que requieren mucha paciencia, y al involucrarse en ese proceso es cuando se convierten en una terapia de vida.
Muchas personas llegan al vivero y dicen; son muy delicadas, pero otras ya conocen y han tenido la oportunidad de interactuar con ellas, saben lo fuertes que llegan a ser. Su fortaleza realmente está en que retienen agua, por lo que no necesitan demasiada agua para su desarrollo.
Por semilla el proceso es bastante demorado y requiere una paciencia increíble, el tiempo de espera para que brote un cactus desde la semilla es más o menos un año, son 12 meses para que ya se considere una planta. “En el semillero ponernos más o menos 100 semillas y esperamos cuáles van a salir adelante, más de la mitad se queda en ese camino, por eso es de paciencia, cuidado, conocimiento, entre los 12 y los 18 meses logramos ver plántulas que van creciendo”.
Mira al stand y muestra plantas que tienen el año, 18 meses, dos años, muestra un cactus cerebro, por su parecido con el cerebro humano, tiene cuatro años.
Aunque ya el emprendimiento produce parte del ingreso familiar, todavía no lo es al 100%.
Esta pareja conformada por una administradora de empresas y un ingeniero industrial, junto a sus hijos, Susana, Samuel y Catalina tienen amor por las plantas y por eso hacen parte del emprendimiento, Azurita.
