Nuestra cultura por centurias ha sido y sigue siendo anárquica. Ya en la época de la Colonia se decía que, frente al poder de la península, a la autoridad se le obedece, pero no se cumple, -claro de labios para afuera sí-. Al niño, ya desde la casa se le enseña a buscar los atajos, ser el primero, así tenga que atropellar a los demás. Este es un país lleno de leyes, se ha legislado hasta qué debe comer el gato, pero, en la práctica, todo el mundo va por los laditos. El padrinazgo y el clientelismo reinan por doquier. La frase frente al policía y a quien quiera poner orden: “¿Usted no sabe quién soy yo?”, es el lema de muchos. Creemos que la ley es para “los de ruana”, como dicen en mi departamento. La ley cuando me es favorable, la exijo; cuando me es “desfavorable”, la evado y busco miles de argumentos para justificar mi conducta. El esclavo siempre busca que le estén vigilando para cumplir la ley. Hemos sido deformados en una ética heterónoma, es decir, basada en argumentos de autoridad, no en argumentos de razón. Si no está el control, no cumplo la norma. Mientras no entremos en una ética soportada en convicciones personales, todo será en vano; todos los controles serán evadidos. Aquí cada uno tiene sus razones para actuar así. Nuestras autoridades son permisivas; tenemos un Código de Policía muy flexible; nuestros policías quedan absolutamente indefensos frente a la exigencia de derechos. Vaya usted a poner orden frente a la invasión del espacio público y verá lo que le pasa; pídale a un señor o señora que estacione bien el auto: llegan los improperios y si usted le reclama, puede resultar muerto y, no pasa nada. Pídale al vecino que lo deje dormir, que le baje a ese estridente altoparlante, llama usted a la policía y el policía puede resultar lesionado y usted se cargó un enemigo para siempre. Este es un país sin Dios ni ley. El código de derechos es conjugado en todos los modos y tiempos; el código de deberes, ni se menciona, está en el cuarto de San Alejo. La cultura ciudadana está por el piso; si usted la exige, lo sacan de la cuadra. Nos falta un gobierno que haga cumplir la ley. Me gusta la política didáctica del palo y zanahoria. ¿Cuándo será que lleguemos a la cultura ciudadana de Singapur? ¿No será que necesitamos a un Lee Kuan Yew? Hasta 1965 esta Ciudad – Estado era un país más desordenado que nosotros, la pobreza y la miseria reinaban por doquier; la corrupción, el pan de cada día. ¿Ahora? Por favor, consulte cómo está hoy este país; tiene una de las economías más sólidas del mundo. Sin disciplina y trabajo; sin ley y con permisividad, nunca seremos un país próspero. Será comido por los más pillos. Un gobierno no puede exigir ética si al mismo tiempo sus funcionarios no son honestos. Este es un país lleno de controles; la ÍAS están llenas de burocracia, ¿Cuáles son los resultados? Este es un país burocratizado en donde la ineficiencia es la carta de presentación.