Por: Ariel Peña
Las movilizaciones que impulsó el gobierno el 15 de noviembre y el 14 de febrero, demuestran que en materia de concentración social, Gustavo Petro va de fiasco en fiasco, y para completar el 15 de febrero la oposición superó de lejos en participación a las marchas gobiernistas; por lo tanto le quedará difícil a corto o mediano plazo al petrismo convocar a grandes movilizaciones, lo que va diluyendo en Colombia el llamado “poder popular”, que es seguido por el socialismo del siglo XlX y que se practica con saña en las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Las marchas gobierneras han fracasado en gran medida por la posición enhiesta del sindicalismo independiente, autónomo y pluralista, que hace presencia en las principales centrales obreras del país, dado que tanto el 15 de de noviembre, como el 14 de febrero, rechazaron dichas convocatorias en sendos comunicados firmados por una importante número de dirigentes sindicales, pues convertían al sindicalismo en un simple satélite de las políticas del ejecutivo; fue tan destacada la actitud de dichos lideres que en un artículo de la Revista Semana, ya se avizoraba días antes, que la movilización a favor de Petro el 14 de febrero iba al fracaso y dicha revista en un titular, se preguntaba: “Gustavo Petro: ¿el presidente se quedaría sin gente para convocar las marchas a favor del Gobierno?”.
Precisamente por lo que se presagiaba de antemano, sabían los organizadores de las marchas a favor del gobierno de Gustavo Petro, que la Plaza de Bolívar el 14 de febrero, les quedaba demasiado grande y por eso el evento lo convocaron en la Plaza de Armas al frente del Palacio de Nariño en donde no caben más de 2000 personas, en atención a lo cual en la movilización del 15 de febrero de la oposición, según estimativos, superó en Bogotá en una relación de ocho a uno a la del presidente.
Hace más de 70 años en Argentina, Juan Domingo Perón siendo presidente de ese país, convocaba a manifestaciones que podían llegar a medio millón de personas, pero al frente del Palacio de Nariño en la Plaza de Armas el martes 14 de febrero había menos de 2000 personas, vitoreando a Petro, evidenciándose una gran diferencia en dos gobiernos denominados populistas, en donde al contrario de Perón el mandatario colombiano está anclado en las entelequias marxistas que difícilmente podrá superar.
En el futuro inmediato le corresponde calentar la calle, a las organizaciones sindicales y sociales, que son las autenticas representantes naturales de los intereses de la ciudadanía dentro de la sociedad civil, en vista de que las reformas que presenta el gobierno de nada servirán en su aplicación práctica, si hay por ejemplo una reforma a la salud y la mayoría de la población se queda sin ese servicio fundamental, por la clientela que se montaría a su alrededor, a lo que se agregarían miles de despidos de trabajadores en ese sector.
De la misma manera que hay cambios para empeorar la situación de una nación, hay reformas que pueden perjudicar significativamente, o sea que el remedio resulta peor que la enfermedad, por eso las reformas de Petro que son una especie de mercado persa, pueden llevar a un caos absoluto en materias de salud, trabajo, pensiones, producción agrícola y autosuficiencia energética; lo que dispararía la pobreza a índices que país jamás ha conocido.
En una anterior columna afirmamos que el 14 de febrero, Gustavo Petro, colocaría “toda la carne en el asador”, para exhibir su capacidad de convocatoria, pero volvió a fracasar, lo que denota con meridiana claridad, que las protagonistas de las grandes movilizaciones en 2019, 2021 y en años anteriores son principalmente las organizaciones sindicales y populares quienes posen una genuina capacidad de convocatoria, mientras que los políticos y sus partidos por sus intereses burocráticos han tenido escaso poder en el llamamiento a la movilización, salvo en contadas excepciones.
Y de acuerdo a las apreciaciones anteriores, le corresponde al Sindicalismo Democrático, ir preparando la protesta social en casos concretos como el alto costo de la vida, pues la inflación en el país es la más elevada de los últimos 24 años; puesto que es aberrante que se utilice al sindicalismo que desarrolla la lucha social de manera autentica en la mayoría de los casos, por parte de políticos de la denominada izquierda para impulsar proyectos, como el que llevó a Gustavo Petro a la presidencia, y ahora quieren castrar la movilización sindical por las reivindicaciones más apremiantes de la ciudadanía, con el cuento de que el pueblo se encuentra en el poder.
Así que de acuerdo a los recientes eventos, el gobierno debería morigerar sus pretensiones estatistas que buscan consolidar un programa burocrático y absolutista a largo plazo, que mediante el estatismo embrutecedor, intentará someter a las masas eternamente; sin embargo las experiencias han demostrado que Gustavo Petro en materia de movilización callejera al ir de fiasco en fiasco, le quedará muy difícil hacer lo que quiera, porque la resistencia popular crecerá de acuerdo a los acontecimientos que se avecinan.