Harold Salamanca
Al entorno polarizado y al resquebrajamiento de los sectores sociales que vive el país desde las últimas elecciones presidenciales, se suma el ambiente de zozobra, que se ha empezado a generar por los anuncios del presidente Petro y sus ministros de minas y de salud, y por la invitación del gobierno y de la oposición, a la ciudadanía a salir a la calle, para discutir el contenido de las reformas, que por cierto nadie conoce. Convocatoria que termina poniendo a la sociedad civil en la mitad de esta confrontación, y de contera emplazando al congreso, para que curse y apruebe las reformas con trámite de urgencia y sin preguntar mucho.
La ciudadanía ha venido perdiendo la confianza en el gobierno, que se presentó en el proceso electoral, como el gobierno del cambio, como el gobierno que representaría a los sectores que nunca habían gobernado. El alza en los precios de productos que afectan directamente el bolsillo de los colombianos, como la gasolina, los servicios públicos, los alimentos de la canasta básica familiar, la excarcelación de reconocidos delincuentes por cuenta del cuento de los gestores de paz, los nombramientos de ministros y directores de importantes entidades del estado, sin conocimiento y sin competencias, la entrega de puestos y embajadas a cambio de favores legislativos, deterioran la imagen del gobierno.
Si a lo anterior le agregamos el desconocimiento de los gremios, por parte de los ministros de las diferentes carteras, para el trámite de las reformas, la actitud soberbia y sobradora con que se dirigen al país, el uso de las redes sociales (Twitter) para conectar de forma directa al presidente con el pueblo, para comunicar lánguidamente las decisiones del gobierno, entregando de paso el mensaje que los periodistas sobran. Estos son los primeros asomos, de la institucionalización del dañino populismo.
La tensión social que estamos viviendo genera desequilibrio institucional, inseguridad jurídica, inestabilidad e incredulidad en el contexto internacional, desalienta la inversión extranjera y termina afectando la economía y el empleo. Por el camino que vamos perdemos todos, es hora de bajarnos del pedestal y escuchar con humildad a todos los actores en los diferentes temas, dejar el rencor, pensar en lo colombianos, no descalificar al otro por que no piensa como yo pienso, no es hora de revanchas. Dejemos de excluirnos, busquemos consensos, como colombianos tenemos una responsabilidad superior, construir un mejor país.
