Aunque las pautas de crianza y factores externos influyen, cada persona reacciona de manera distinta a las emociones provocadas durante los partidos de fútbol.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
En julio, la Selección Colombia ha despertado el amor y la pasión de los colombianos, generando la ilusión de que, tras 23 años, pueda coronarse nuevamente campeona de la Copa América. Este evento ha tocado todos los sectores de la sociedad, ya que, aunque no todos sean seguidores o conocedores del fútbol, los colombianos apoyan a la Tricolor con la esperanza de que se convierta en el nuevo campeón del certamen.
Desde el comienzo de la Copa América, los partidos han sido una montaña rusa de emociones. Por eso, es crucial preguntarse qué sucede cuando las emociones fuertes dominan el momento y si pueden surgir consecuencias psicológicas de ello. Andrés Mauricio Novoa Castellanos, Representante del Campo Psicología del Deporte y el Ejercicio para el Capítulo Bogotá y Cundinamarca del Colegio Colombiano de Psicólogos – Colpsic, asegura que «a lo largo de un partido de fútbol, los hinchas pueden experimentar diversas emociones dependiendo de lo que ocurre en el desarrollo del juego; pudiendo pasar de la alegría a la ira o de la ansiedad a la frustración».
Además, señala que las emociones se intensifican en momentos decisivos como semifinales o finales, donde se experimentan altos grados de efusividad y liberación, debido a la cercanía de conseguir el título o haberlo conseguido. Sin embargo, cada quien tendrá reacciones diferentes. Según Novoa, «los comportamientos dependerán del repertorio conductual (historia de aprendizaje) de la persona para expresar estas emociones, así como las estrategias de afrontamiento que tenga para expresar la euforia y el modelado que haya tenido en su historia».
Las reacciones también están relacionadas con la conexión de la persona con el deporte. Para quienes viven el fútbol con mayor pasión, las reacciones serán más intensas que para quienes lo disfrutan de otra forma, así como para aquellos que lo comparten con familia, amigos y colegas. «La respuesta dependerá de la conexión que sienta la persona con el deporte y el equipo, siendo natural que experimente emociones displacenteras como la tristeza, la rabia y la frustración, las cuales disminuirán con el paso de los días. En el fútbol, los equipos juegan constantemente, lo que permite pasar de la tristeza por una derrota a la alegría por una victoria», añadió el experto.
En cuanto a las sensaciones de frustración o tristeza, las reacciones emocionales son diversas. Novoa explica que «dependerán de cómo la persona expresa la emoción y de su contexto; sin embargo, pueden predominar reacciones como llanto de felicidad, saltos y gritos efusivos, siendo la felicidad, la alegría y la efusividad las emociones predominantes ante la victoria de su equipo».
Para comprender mejor el impacto psicológico de estos eventos, es útil considerar ejemplos de torneos anteriores y cómo las aficiones han reaccionado en distintas partes del mundo. En 1994, cuando Colombia tuvo una destacada actuación en la Copa del Mundo, la nación entera se unió en celebración y orgullo. Sin embargo, la eliminación temprana en los torneos subsiguientes generó una mezcla de decepción y resiliencia. Este patrón refleja la capacidad de los hinchas para manejar una variedad de emociones y adaptarse a los resultados cambiantes.
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Por otro lado, es importante considerar el papel de los medios de comunicación en la amplificación de estas emociones. Las transmisiones en vivo, los análisis postpartido y las redes sociales crean un entorno en el que las emociones de los aficionados son continuamente alimentadas y amplificadas. Esto puede llevar a una mayor intensidad emocional, tanto positiva como negativa, y subraya la importancia de estrategias de afrontamiento saludables.
En este contexto, la educación emocional y la promoción de prácticas de autocuidado se vuelven cruciales. Programas que enseñan a los aficionados a manejar sus emociones de manera constructiva pueden ser beneficiosos, no solo para mejorar la experiencia de ver deportes, sino también para fomentar un bienestar emocional general. Las instituciones deportivas, junto con los profesionales de la salud mental, pueden desempeñar un papel vital en la creación de recursos y talleres que aborden estos temas.
Finalmente, es vital reconocer que el fútbol, como cualquier deporte, tiene el poder de unir a las personas y crear un sentido de comunidad y pertenencia. Aprovechar estas oportunidades para fortalecer los lazos sociales y promover valores positivos puede tener un impacto duradero en la sociedad. La pasión y el entusiasmo que genera un evento como la Copa América pueden ser canalizados hacia acciones colectivas que beneficien a las comunidades y promuevan un espíritu de solidaridad y colaboración.
En resumen, la experiencia emocional de seguir a un equipo de fútbol es compleja y multifacética. Desde la alegría y la euforia hasta la tristeza y la frustración, los aficionados experimentan una gama de emociones que reflejan su conexión con el deporte y su equipo. Comprender y gestionar estas emociones, tanto a nivel individual como colectivo, es clave para aprovechar al máximo los beneficios del deporte mientras se mitigan sus posibles efectos negativos. La Copa América, con todas sus emociones intensas, es un recordatorio de la profunda influencia que el deporte tiene en nuestras vidas y la importancia de abordarlo con una perspectiva equilibrada y saludable.
Destacado 1: La Selección Colombia ha despertado el amor y la pasión de los colombianos en la Copa América, generando una montaña rusa de emociones. Andrés Mauricio Novoa Castellanos, del Colegio Colombiano de Psicólogos, explica que los hinchas pueden experimentar desde alegría hasta frustración durante los partidos. La intensidad emocional se amplifica en momentos decisivos, destacando la importancia de estrategias de afrontamiento saludables y el papel unificador del fútbol en la sociedad.
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