Diario del Huila – Crónica
Por: Juan Manuel Macias Medina
¿Para qué estudiar después de viejo?, fue la frase a la que se enfrentó y que, además, la motivó a Delfina Castellanos a querer graduarse como bachiller. La mujer de 74 años sirvió como ejemplo para sus compañeros de clase, los cuales como ella indica, podrían ser sus hijos, o hasta sus nietos.
Indicó que laboró por más de 35 años en la Diócesis de Neiva como aseadora y terminó pensionada, sin embargo, no se quedó con las ganas de ser bachiller.
Delfina contó con la energía que la caracteriza, la manera en que llegó una de las mejores invitaciones de su vida, aunque confesó que al principio no tuvo mucho interés. “Yo llegué a estudiar por un favor, porque un sobrino me dijo que me inscribiera a unos planes educativos de alfabetización que estaban haciendo y que le podrían ayudar a conseguir trabajo a él, yo le dije que yo ya sabía leer y escribir, pero al principio no me interesó mucho”, sostuvo la adulta mayor.
La mujer de 74 años cuenta que al inicio no se veía muy motivada, sin embargo, luego decidió empezar el proyecto por el que puede decir hoy, “soy bachiller”. “Al principio no me gustó mucho la idea, pero después me puse a pensar que sería bueno volver a coger los cuadernos y aprender cosas nuevas y el favor que le hice a mi sobrino me quedó fue gustando”, dijo la mujer.
Delfina se sentó en el andén de la puerta de su casa, y como si reviviera las épocas de colegio, comenzó a relatar, sin que se le escapara algún detalle, aquellos momentos en donde fue feliz, y que quizás, no se volverán a repetir. “Yo inicié haciendo primero, segundo y tercero, hasta ahí iba el proyecto, pero después nos preguntaron si nos gustaría continuar, yo dije que sí, entonces me puse a buscar un colegio en donde pudiera seguir mis estudios, y ahí fue en donde encontré el colegio Rodrigo Lara Bonilla”.
Delfina se puso una cita con la educación
Todos los domingos, la señora Delfina Castellanos se puso una cita con la educación, y aunque al principio fue difícil codearse con alumnos hasta 50 años menores, logró incluirse en la juventud a la que veía con ojos de desilusión. “Yo llegué el primer día al colegio, me senté alejada de todos, porque yo pensé que a las clases iban a ir personas adultas, cuando llegué lo primero que miré fue muchachos de 20 años y hasta menos, entonces yo dije que no iba a estudiar”, contó con orgullo, el primer obstáculo que sus 74 años le colocaban.
“Yo le dije a la profesora que no quería ir a clases porque pues ellos eran muy jóvenes y de pronto se iban a burlar de mi por mi edad, o me iban a hacer bullying, la profesora me apartó, y les contó a los muchachos la decisión que yo había tomado”, dijo la señora Castellanos, arrepentida por haber pensado si quiera un momento, en terminar el proyecto que le cambiaría la vida.
La juventud, diferente a lo que ella pensaba, le tenía un detalle preparado para cuando ella volviera de hacerle un favor que la profesora le había en comendado. “Cuando llegué, esos muchachos me aplaudieron, y yo quedé quieta, me dieron abrazos, y me dijeron que podía contar con ellos para lo que fuera y que no me fuera a retirar por nada del mundo porque ellos me veían como una mamá”, señaló Delfina, con sus ojos azules a los que la alegría del recuerdo ponía cada vez más brillante.
Clases de educación física, matemáticas, español, entre otras, se convirtieron en el pan de cada día de la señora Delfina, quien narró lo gratificante que fue compartir con personas a las que ella, les llevaba por lo menos cuatro generaciones. “Ya después empezaron las clases con ellos, todo fue muy bien, hacíamos educación física, yo jugaba con ellos, ellos me ayudaban, yo los ayudaba a ellos y todo fue muy bueno. A mí nunca me gustaron las matemáticas, y yo le dije a la profesora que yo no podía con eso, y eso fue otra de las cosas que aprendí en el colegio, que uno nunca puede decir que no puede porque vea, pude”, sostuvo con cara de satisfacción.
La señora Castellanos agarró los cuadernos y se dispuso a aprender, cuestión que se arrepiente de dejar a medias cuando era apenas una niña. “Yo cuando estaba joven dejé el estudio porque mi mamá quedó sola y porque la verdad le cogí pereza al estudio, pero ahora me arrepiento porque quien sabe que sería de mi ahora si yo hubiera terminado por lo menos el colegio”, agregó la señora Delfina, quien también se refirió a que muchas veces las oportunidades se presentan, pero no se aprovechan de la mejor manera. “Ahí es donde uno se da cuenta que muchas veces las oportunidades las tiene uno en las manos, pero por bobadas se le escapan”, indicó.
Mientras la señora comentaba acerca de sus logros, había un señor al que los años ya se le notaban, que miraba a doña Delfina con aprecio y orgullo. El señor se reía de todos los chascarrillos de doña Delfina, por tal motivo, desde mi llegada, supe que no podía ser alguien diferente a su esposo, sin embargo, la actitud tenía que ser interrogada, y por su puesto Delfina contestó. “Él es mi esposo, llevamos 55 años de casados y siempre me apoyó, él dijo que no le interesaba mucho el tema del estudio, pero en ningún momento se entrometió en mis cosas y mis estudios”, manifestó, mientras su esposo movía la cabeza como demostrando que, de una u otra forma, a él también le pertenecía parte del diploma.
Mensaje a los jóvenes
Algo que no se le podía pasar a la señora Delfina Castellanos, era enviarle un mensaje a todos los jóvenes para que estudien, pues según ella, el futuro está en la educación, y es que una de las principales motivaciones que la señora tuvo, fue demostrarles a los jóvenes que cuando se quiere salir adelante, se puede hacer. “Los jóvenes tienen que estudiar, uno ve que ahorita casi no les gusta, y tan chévere que es ir al colegio, compartir, aprender. Yo les digo a los jóvenes que si no estudian no van a servir ni para barrer, porque en mi tiempo no exigían cartones de nada, pero ahora sí”, enfatizó la madre de cinco hijas.
La universidad para Delfina no es una opción, pues no ve que ella a su edad pueda transcender en el ámbito escolar, sin embargo, tiene un proyecto que, según ella, dentro de muy poco va a comenzar a emprender. “Yo quiero enseñarle a alguna persona a leer, a escribir, a sumar, a todo lo que en el colegio se aprende, y lo voy a hacer dentro de muy poco. La universidad no es una opción porque no le veo rumbo a mi edad, pero yo si quiero que lo que aprendí les sirva a otras personas y lo voy a hacer de esa manera”, dijo con voz recia Delfina.
Por ahora, Delfina Castellanos abre los cuadernos y los libros que utilizó en la época del colegio, ella dice que es para que no se le olviden las cosas, sin embargo, yo creo que es la única forma que tiene para recordar y acercarse de nuevo a ese mundo educativo que le hizo ver el mundo con otros ojos.