Por: Ernesto Cardoso Camacho
La exitosa presentación de la selección nacional en el torneo más importante del futbol continental como es ahora la Copa América, la ha conducido a disputar el próximo domingo, la final frente a Argentina.
Desde los partidos eliminatorios, hasta la jornada de semifinales enfrentando a la poderosa selección uruguaya, nos ha demostrado que cuando se conjugan factores de talento; disciplina táctica; generosa solidaridad en busca del objetivo; un técnico respetable que sabe del oficio y una hinchada fervorosa y masiva; el resultado permite soñar en obtener el triunfo.
Especial mención y desde luego todo el reconocimiento debe hacerse a la figura talentosa de JAMES RODRIGUEZ, quien ha logrado imprimirle a nuestra selección el liderazgo indispensable para hacer posible el sueño de coronarse de gloria, venciendo a los numerosos y gratuitos detractores que, con más pasión que conocimiento del futbol, lo consideraban acabado y sin futuro.
Este sublime deporte que conjuga el arte con la valentía, ha logrado entusiasmar a millones de aficionados que en estos días hemos disfrutado a plenitud los dos torneos más importantes como son la Eurocopa y la Copa América, abrebocas de las eliminatorias del próximo mundial que se jugará en 2026 en Canadá, Estados Unidos y México.
Pocas veces en la historia nacional reciente la selección había concitado tanto entusiasmo e ilusión. Este nuevo ramillete de jóvenes figuras con algunos ya consagrados, nos esta brindando tantas alegrías que nos ha permitido unirnos en medio de la polarización política, como bálsamo para soportar la incertidumbre y recuperar la confianza en el futuro. El agobio generado por las dificultades económicas; la inseguridad y la violencia, se han disipado con cada gol cantado con el alma en una catarsis colectiva que ilusiona y engrandece.
El próximo domingo frene a la experimentada Argentina de Mesi con su séquito de estrellas, habrá de entregarnos el anhelado trofeo de ser hoy los mejores de América.
El sueño de ser campeones lo tenemos represado por muchos años, como también se nos ha represado el anhelo de vivir en paz, derrotando la violencia, la corrupción, la impunidad y la polarización política.
Gracias aguerridos y talentosos guerreros por permitirnos soñar y por demostrarnos que la unión sin mezquindades ni desmedidos apetitos de poder, son la única garantía para que, en torno a los supremos objetivos de progreso y bienestar, podamos por fin abrazarnos con la bandera tricolor que bien simboliza nuestros sueños.
