Por: Carlos Tobar
Muchos de mis lectores habrán visto la icónica película Apolo 13 sobre la fallida misión lunar de esa expedición humana. La esencia del guion relata las peripecias que tuvieron que afrontar los miembros de la agencia espacial estadounidense, tanto en tierra como en el espacio para, luego de un accidente, traer sanos y salvos a los integrantes de la tripulación.
Guardadas proporciones, quiero utilizar un símil sobre este hecho, para llamar la atención sobre el fracaso de la reciente conferencia sobre el calentamiento global y la crisis climática, COP28, realizada en Dubai.
Es evidente que luego de los acuerdos de la COP15 en París, unos acuerdos que definían con claridad los riesgos que representan para la humanidad el uso de los combustibles fósiles, aunque sin compromisos vinculantes para las partes firmantes, en las reuniones sucesivas hasta la última de Dubai, los grandes poderes de las industrias contaminantes han hecho un gran esfuerzo por desvirtuar lo acordado en París.
Esas grandes industrias, empezando por la de generación de energía dominan el mercado mundial y, ahora pretenden hacernos creer que si bien es cierto el uso de combustibles fósiles causa el efecto invernadero que amenaza el clima de la Tierra, la situación no es tan grave.
La presidencia de la COP28 en manos del Sultán Al Jaber, ministro de industria de Emiratos Árabes Unidos, era una señal inequívoca del cambio de rumbo de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Fueron hábilmente desplazados de la dirección los ambientalistas comprometidos y los funcionarios de organizaciones internacionales o países que tienen claro lo urgente que es pasar de la retórica a los hechos. De igual manera, en las representaciones de muchos países aparecieron personas vinculadas a grandes empresas contaminantes: v.gr. Brasil, en cuya delegación participaron funcionarios de JBL, la más grande comercializadora de carne bovina del mundo.
El problema no es solamente que tengamos frente a nosotros los efectos del calentamiento global y el cambio climático, sino que se ha perdido la confianza en los timoneles. Que frente amenazas cada vez más violentas de fenómenos ambientales que están cobrando vidas, arruinando economías, desplazando a millones de personas, desquiciando los aparatos productivos…, no haya personas comprometidas con la toma de decisiones imperativas para dejar atrás los combustibles fósiles como fuente de generación de energía.
Yo sé que no es fácil. Cambiar la forma de vivir construida a lo largo de doscientos años, que nos ha traído al nivel desarrollo que hemos logrado como sociedad, exige un conocimiento de la realidad de los retos que enfrentamos y, apoyados en él diseñar el tránsito hacia una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza.
Ese compromiso, debe partir de la vinculación real de los países y empresas que son grandes contaminantes del medio ambiente con aportes económicos que no solo, transforme sus economías, sino que ayuden a los países en desarrollo a alcanzar niveles similares de progreso social, como garantía cierta para superar la emergencia climática.
Neiva, 18 de diciembre de 2023
