Por: Harold Salamanca.
Los desafíos en la lucha contra el cáncer son vastos y complejos, especialmente en regiones como América Latina y el Caribe, donde las barreras estructurales y socioeconómicas pueden obstaculizar la implementación efectiva de medidas preventivas y de tratamiento. En este contexto, el Código Latinoamericano y Caribeño contra el Cáncer emerge como una herramienta fundamental para orientar las políticas y acciones necesarias en la región.
Este código, compuesto por 17 recomendaciones respaldadas por evidencia científica sólida y adaptadas a la realidad regional, abarca una amplia gama de estrategias que van desde la promoción de estilos de vida saludables hasta la garantía de acceso equitativo a servicios de salud de calidad. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos significativos, incluida la necesidad de superar obstáculos como la pobreza, el acceso limitado a servicios básicos y la falta de infraestructura de salud adecuada.
En este sentido, es fundamental que los responsables de la toma de decisiones en los países de América Latina y el Caribe asuman un compromiso firme con la divulgación e implementación integral del código. Esto implica no solo adoptar las recomendaciones propuestas, sino también establecer metas intermedias alcanzables y políticas públicas coherentes que aborden las condiciones específicas de cada comunidad.
Entre las recomendaciones clave se encuentran la promoción de entornos saludables en comunidades y escuelas, la regulación de la publicidad de productos nocivos para la salud y la implementación de programas de educación y comunicación dirigidos a cambiar comportamientos relacionados con el consumo de tabaco, alcohol y alimentos no saludables.
Además, es fundamental garantizar el acceso universal a servicios de prevención, detección y tratamiento del cáncer, así como adoptar políticas que protejan a los trabajadores de exposiciones laborales nocivas y promuevan la equidad en el acceso a la atención médica.
La colaboración internacional y el compromiso de diversos actores, incluidos gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, son esenciales para enfrentar estos desafíos de manera efectiva debemos vincularnos. Solo a través de un enfoque integral y coordinado podemos avanzar hacia la reducción de la carga del cáncer en nuestra región y garantizar el derecho de todas las personas a una vida saludable y digna. Como sociedad civil la fundación SalBo ha entendido que somos un actor fundamental en los procesos de prevención y eliminación del cáncer para impulsar, acompañar, aportar y proponer acciones para alcanzar las metas globales determinadas por la Organización Mundial de la Salud.