Los 40 del Nobel
Por: Margarita Suárez Trujillo
Con motivo de los 40 años del Nobel de Literatura concedido a Gabriel García Márquez, traigo hoy algunos recuerdos que serán parte del libro que publicaré. Fernando Gómez Agudelo, presidente de RTI Televisión, importante personaje de la televisión en Colombia, pionero de su nacimiento y desarrollo, fue uno de los mejores amigos de Gabo.
Mi colega y paisana Fabiola Morera era la secretaria de presidencia. RTI adelantaba grabaciones de “La Mala Hora”, de García Márquez, dirigida por Bernardo Romero. Recibí una llamada de Fabiola que me sacó del sonoro tecleo de la máquina de escribir en mi oficina de Cromos. “Margarita, tengo aquí a Gabito que está cumpliendo 50 años. Sería bueno que le hagamos una fiesta en tu apartamento”. Yo vivía cerca de la revista en el edificio Torres de Fenicia.
Por la tarde llegó Fabiola con el grupo vallenato de Egidio Cuadrado, ponqué, velas, bombas y veinte personas que trabajaban en Editorial Mercurio, propietaria de Cromos y RTI. Al son de la cumbia “Los cien años de Macondo”, escrita en 1969 por el peruano Daniel Camino, entró Gabo al apartamento 301 torre B. Desde el ascensor escuchó el acordeón y se contoneaba emocionado, tarareando “…Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia…”. La fiesta se extendió hasta media noche. Gabo ya era famoso, aunque todavía no había ganado el Nobel.
Disfrutó exhibiendo sus dotes de bailarín. Posteriormente tuve una experiencia menos grata, al finalizar la cumbre de presidentes realizada en Colombia. Nos invitó a Fabio Roca, Fabio Serrano y a mí, al Bar Inglés del Hotel Hilton. Se regó en prosa y nos contó los secretos de la cumbre donde asistió invitado por Torrijos. Al terminar la tertulia nos fuimos a escribir y enviar la crónica a la imprenta. Gabo que conocía los tiempos de cierre de Cromos, creyó que no alcanzábamos a sacar su entrevista. Cuando vio la publicación entró en cólera y llamó al presidente del grupo editorial, Guillermo “La Chiva” Cortés. Dijo que nada era cierto y exigió nuestro despido.
Amenazaba con romper el contrato de “La Mala Hora”. Guillermo lo conocía y nos creyó a nosotros. Una semana después salió la edición de Alternativa, revista propiedad de Gabo, con la misma historia. La rabieta fue porque se “autochivió”.