Mario fue un creador incansable cuyo arte trascendió los límites del Huila, integrando paisajes, emociones y reflexiones profundas en cada trazo, cada mural y cada obra que legó a su tierra y al mundo.
DIARIO DEL HUILA, CULTURA
Por: Martha Cecilia Andrade Calderón
Pronunciar su nombre es sentir el arte exquisito que pulula entre la imagen, la delicadeza, el color, el trazo seguro, la transparencia, el movimiento, la armonía y el volumen. Es percibir que, en toda su obra, aflora un pensamiento inspirador, una mirada observadora, cuestionadora, minuciosa que va desde un carboncillo hasta el óleo en una paleta multicromada, en donde él fundía su pensamiento y su original estética.
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Cuando diseñaba y delineaba desde su silencio, metacreaciones maravillosas, la imagen sensorial le hacía tener toda una poética del dibujo. Ésta que expone en construcciones, iglesias huilenses, salones, espacios públicos, privados y personales como su maravillosa Casa Museo, y que no sólo honran sus manos sino su ingenioso arte. Fue un creador auténtico, un talentoso incitante de proyectos arquitectónicos, pintor de cuadros, trípticos, murales y esculturas.
Nació entre las montañas de la cordillera oriental y sus ríos, sufrió la violencia de su querida Algeciras y vivió para cultivar hasta los macabros enfrentamientos que le ha tocado vivir a ese bello municipio. Su pasión por el arte siempre trascendió su alma sensible y solidaria con su terruño.
Por eso su legado, son obras que afloran ese amor a su tierra huilense, a sus paisajes, a sus ancestros, al gran río de la Magdalena. Una de sus grandes preocupaciones, no en balde su última exposición fue en Barranquilla dedicada a éste, bajo el título “El Magdalena rio de alegría y tristezas”
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Pensar en la vida de Mario, es admirar a su padre boticario, Marguzpe, es enternecerse con la nobleza de su madre, Aurita. Es verlo bailar amorosamente con su esposa Clarita y el afán de formar y ver crecer a su hijo Mario Juan. Su íntegra familia, sus amigos de tertulia, de exposiciones, hoy te reconocen tus kilates y sabes que eres único. ¡Cuanto aporte hiciste al arte huilense y por qué no decirlo, al arte universal, pero también, cuantas gratitudes te adeudamos!
Hoy asciendes al cielo, el ser humano, el arquitecto, el creador, el artista que se rehacía siempre, el creyente, el tío, el hermano, el esposo, el padre, pero sobre todo el gran amigo de sus amigos, dirían mis papás que tanto te querían. Te lo aseguro Mario, te extrañaremos mucho, pero pervivirás por siempre en nuestros corazones. Paz eterna y gloria a tu alma.