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Desplazamiento forzado de menores; una problemática sin dolientes en el Huila

Oct 24, 2022

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DIARIO DEL HUILA, ESPECIAL
Por: Daniela Gutiérrez

Como si fuera un mal menor o no tuvieran dolientes, el Huila afronta en la actualidad el desplazamiento forzado de niños, niñas y adolescentes; una práctica muy usual en el marco del conflicto armado, hoy más de 50 años después silenciosamente se sigue presentando. Diario del Huila conoció la historia de un intercambio mortal.

Pese a que en el Huila no es un secreto que existe reclutamiento forzado en menores de edad el tema parece no tener dolientes, ni por parte de quienes lo viven; que no denuncian de manera formal el hecho, ni por parte de las autoridades de Policía y Militares, quienes, ante la carencia de un denunciante, aseguran no poder iniciar una investigación formal.

El porcentaje de niños, niñas y adolescentes víctimas del conflicto armado es uno de los muchos referentes que dan cuenta de la situación de conflicto armado tanto en el país como en el departamento.

El reclutamiento de niños, niñas y adolescentes menores de 15 años es un crimen de guerra prohibido por el DIH. Esta práctica común y generalizada se ha dado desde hace décadas y persiste en la actualidad.

La Procuraduría General de la Nación en un informe realizado entre los años 2015- 2018 a todos los departamentos y municipios del país dejó como resultado que solo para el caso del departamento del Huila en 6 territorios había aumentado el reclutamiento a menores de edad.

El indicador por momento de curso de vida reveló que los niños entre los 12 los 17 años eran los que más sufrían este flagelo.

Las actividades a las que más son sometidos de acuerdo con los hallazgos del Informe de la Comisión de la Verdad realizado últimamente en el país indicó que, los menores dentro del ciclo de vida antes mencionado, están expuestos a acciones o roles que se incluyen dentro de las formas de utilización son acciones bélicas, actividades de vigilancia e inteligencia, actividades logísticas o administrativas, actividades relacionadas con el narcotráfico y financiación u obtención de recursos para el actor armado.

En la actualidad

Recientemente el alcalde de Íquira Jadnolver Correa Tamayo reveló que en dicho municipio persiste una alerta frente a casos de reclutamiento de menores en el territorio, que ha estado muy permeado por acciones delictivas de las disidencias de las Farc; por ser zona limítrofe con el departamento del Cauca, donde opera el Frente ‘Dagoberto Ramos’ e ‘Ismael Ruiz’.

El alcalde informó que en este territorio se ha tenido información que permitió esclarecer que actualmente hay casos de reclutamiento en menores entre lo 15 y los 17 años, quienes “al no tener muchas oportunidades de vida y desarrollo, deciden irse para los grupos al margen de la Ley porque estos les ofrecen dinero y una “mejor vida””.

En concordancia con este panorama algunas condiciones que propician el reclutamiento son los contextos de violencia, pobreza, miseria, exclusión social y ausencia, violencia o abandono familiar.

Es de resaltar que Íquira cuenta con el resguardo indígena más grande del departamento, en el centro poblado de Rionegro en donde ya existe una aleta temprana por parte de Defensoría del Pueblo.

Con el fin de poder ayudar a que estas acciones no se ejecuten, desde la institucionalidad las medidas que se han tomado son el fortalecimiento de las ofertas lúdicas y recreativas buscando ofrecer espacios más saludables para los menores.

“Hemos estado como institución llevando oferta. Como hay reclutamiento forzado, hemos llevado campeonatos, también llevamos un pre Icfes precisamente para preparar a esos muchachos y que tengan la posibilidad de salir a estudiar y prepararse. Hemos identificado que no tienen un proyecto de vida claro”, añadió el primer mandatario.

No hay denuncias

No siendo esto una realidad alejada a los contextos de los territorios, como ya se ha expuesto, lo que preocupa es la nulidad en las denuncias que son la base de las investigaciones formales a cargo la Fuerza Militar y de Policía.

Según la Novena Brigada con sede en la ciudad de Neiva, este año no se han decepcionado denuncias formales de estos casos y lo mismo sucede en el departamento de Policía Huila. Lo que sí confirmó esta última institución es que durante el 2022 ha habido denuncias en los municipios de Guadalupe, Santa María y Tesalia.

Para el mes de marzo de este mismo año, el coronel Gustavo Adolfo Camargo, comandante de Policía Huila, le confirmó a esta Casa Editorial que entre el 2020 y el 2021 tres han sido los menores reclutados por grupos al margen de la ley. Los municipios con mayor afectación han sido Tello, Teruel y La Plata.

Es de resaltar que entre 1999 y el 2020 las Farc han sido los responsables del ingreso de 3.878 menores de edad en todo el país, es decir, el 56% de los 6.931 menores que han sido recluidos en el país.

Por esa línea, El Observatorio de Niñez y Conflicto Armado de la Coalico (ONCA) afirma que entre 2016 y el primer semestre de 2021 se han registrado 269 hechos de reclutamiento de niñas, niños y adolescentes.

Según datos del Proyecto conjunto JEP-CEV-HRDAG, el grupo que más niñas, niños y adolescentes reclutó entre 1990 y 2017 fueron las FARC-EP con 12.038 víctimas (75 % del total); seguido de los paramilitares, con 2.038 víctimas (13 %) y el ELN, con 1.391 víctimas (9 %). 

Intercambio mortal

Diario del Huila conoció el caso de una mujer que, durante varios años hizo parte de las filas de la guerrilla cuando apenas alcanzaba los 13 años, Milena; como la llamaremos para no revelar su verdadera identidad contó que su caso obedece a un intercambio mortal que se dio cuando integrantes de la guerrilla quisieron llevarse a su hermano menor en venganza hacia su madre.

Nunca Milena se imaginó que fuera a terminar en la guerrilla. Si bien su vida no fue un camino de rosas, no pensó que se volviera peor con los años. Sin embargo, su nexo con las FARC llegó a través de su hermano mayor. “Uno de mis hermanos estuvo en la guerrilla un tiempo, logró volarse, pero deja su mujer allá. Por casualidades de la vida la guerrilla llega a la zona donde mi mamá vivía, ellas se conocen y mi mamá la ayuda a volarse”.

Ese fue el inicio de su “desgracia” pues una vez los jefes del frente 17 se dieron cuenta del hecho, empezaron a amenazar su familia y a desalojarlos de todos lados donde lograran encontrar un refugio. Las cartas de amenazas llegaban a diario hasta cuando exigieron que su hermano menor se debía ir con ellos en reemplazo de la mujer a quien la mamá de Milena ayudó a salir.

“Alias “el tigre” empezó a amenazar a mi mamá, le puso en varias ocasiones revolver en la cabeza para que entregara a mi hermano, entonces yo me subí para la finca a ver qué pasaba y preciso el día que estaba yo allá, ellos también llegaron”, cuando se refiere a “ellos” lo hace en un tono de desprecio.

El trato fue que, en lugar de su hermano, ella, que estaba un poco más grande se iba. Más que nobleza en su gesto de intercambiarse con su hermano, Milena añoraba que su mamá pudiera tener la vida tranquila y digna que nunca había podido tener. Su amor por su familia se redujo a “clavarse el cuchillo ella sola” con tal de que a sus seres queridos no les pasara nada.

Una adolescente en la guerrilla

 Una vez el pacto hecho, esta adolescente (en aquel momento) emprendió el camino hacia el monte. Milena aún no había entendido muy bien lo que había hecho y pensó que, así como se iba, se devolvería. Su mente no lo tomaba en serio. Tal vez se resignaba a pensar que sería una guerrillera más a la que señalan y la sociedad aísla. Dentro de sí se negaba a tener que pasar los días entre fusiles, personas dando órdenes, trabajos arduos y entrenamientos inimaginados.

“Yo cuando me fui no lo tome tan en serio, llevaba la mentalidad de que me iba un tiempito y luego me devolvía, yo no sabía que luego de uno entrar no sale fácilmente. La primera noche yo no le puse mucho sentimiento sin embargo fue muy duro acostumbrarme a reglas a guardia, la comida, las caminatas de noche etc.” expresó Milena.

Al mes, cuando tuvo en sus manos el asesino de almas inocentes en sus manos y salió de la zona donde la reclutaron, esta joven de 17 años empezó a tomar conciencia de las acciones que había realizado. “Cuando me entregaron el uniforme, un equipo, el fusil, me pusieron a cargar economía (así le llaman a la comida), ahí si supe qué era ser guerrillera. Yo lloraba subiendo esas lomas, me acordaba de mi mamá, de mis hermanos y me preguntaba ¿Dios mío porque me tiene que pasar esto a mí? Sólo Dios me daba fuerzas en esos momentos”, relató ella. Su voz se aceleró. Se tapó la cara con sus manos y soltó una que otra risa. Los recuerdos la atormentan.

 Pensar que a su familia no le iba a pasar nada y que algún día se iban a poder encontrar era lo que mantenía con fuerzas a Milena. Fueron 10 años pensando lo mismo. Sin embargo, su sostén fue sólo una esperanza. Su familia fue desplazada dos veces más de distintas zonas del Departamento. Sólo llegaron a encontrar un poco de tranquilidad cuando tomaron la decisión de radicarse en la Capital del País. Al parecer no bastaba con haber desprendido una hija del seno de su hogar; ahora su familia debía seguir pagando las consecuencias. La historia continuará.

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