Por: Camilo Guzmán S.
Hace unos días, el centro de pensamiento Libertank publicó un documento con tres propuestas realizadas recientemente por diferentes actores políticos de todos los espectros, que de ser aprobadas destruirían empleos y frenarían el crecimiento económico, este último fundamental para recuperarnos de la crisis causada por las decisiones de los gobernantes para enfrentar la pandemia. Aunque por estos días el listado pudiera ser más largo, Libertank advirtió sobre los peligros de una renta básica universal, de más proteccionismo arancelario y de reducir la jornada laboral.
La renta básica universal, además de ser injusta puesto que la persona más rica recibiría el mismo subsidio que las personas en condición de extrema pobreza, genera efectos perversos en el mediano y largo plazos. En primer lugar, desincentiva la búsqueda de empleo, lo que afecta, por un lado, la producción de un país y condena a quienes prefieren el subsidio a vivir en las mismas condiciones, evitando que exista movilidad social.
En segundo lugar, inevitablemente obliga a tener que subir los impuestos a las personas naturales que están trabajando, que al ser cada vez menos tendrán que pagar más y más para financiar a quienes prefieren vivir del subsidio.
Las alternativas, como que sea focalizada para personas en pobreza, le quita el componente de injusticia pero permanecen los demás efectos perversos. Los subsidios deben ser focalizados (solo los debe recibir quien los necesita), temporales (no pueden recibirse a perpetuidad) y condicionados (las personas deben o estar estudiando o buscando trabajo para recibirlos).
El proteccionismo arancelario se explica cómo impuestos que se cobran al comercio internacional, especialmente a las exportaciones con el propósito de “proteger” la industria nacional. Sin embargo, lo que en realidad ocurre es que condenan a la industria nacional al mercado colombiano, aniquilan la innovación y le impiden ser competitiva internacionalmente.
Por otro lado, fomentan el contrabando, pues los consumidores al encontrar productos cada vez más costosos debido a la falta de innovación y competencia de los productores nacionales, buscarán productos importados, así sea de manera ilegal.
Con el proteccionismo a través de aranceles pierde el consumidor al tener que comprar productos mucho más costosos, y pierde el productor que, engañado por el mercado nacional y por eliminar la competencia, deja de innovar y cada vez se vuelve menos competitivo, perdiendo la oportunidad de entrar en el mercado internacional.
La reducción de la jornada laboral en un país con baja productividad como Colombia genera desempleo y encarece los productos que consumen millones de colombianos, especialmente los más vulnerables.
Las grandes empresas, ya productivas, pueden reducir la jornada sin problema alguno, pero un pequeño panadero, intensivo en mano de obra y sin tecnología, tendría que verse obligado a pagar horas extras para producir la cantidad suficiente de pan y satisfacer la demanda. Esto inevitablemente terminaría en un mayor precio del pan.
Para superar esta crisis, necesitamos soluciones que incentiven la generación de riqueza y empleo, no medidas populistas que consiguen votos, pero generan efectos perversos en la economía.