Por: Harold Salamanca
En un mundo cada vez más consciente de los desafíos del cambio climático, la biodiversidad y la inequidad, la reciente cumbre por un Nuevo Pacto Global de Financiamiento ha puesto sobre la mesa que se requiere de manera urgente una reforma financiera que aborde problemas estructurales de la humanidad y las múltiples e innovadoras posibilidades de solución. Este evento logró reunir a 40 países comprometidos en incidir en el sistema financiero mundial para abordar las crisis interconectadas que enfrentamos los seres humanos.
La arquitectura financiera global actual esta cuestionada por anticuada, disfuncional e injusta, como lo reconoció el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. La buena noticia es que la cumbre allanó el camino hacia un cambio de paradigma en las conversaciones globales sobre temas fundamentales como la deuda, el desarrollo, el cambio climático y la vulnerabilidad.
La abultada deuda que enfrentan los países en desarrollo, no pasó desapercibida. Esta realidad pone de presente la urgente obligación de buscar alternativas basadas en la naturaleza para facilitar el pago y permitir el desarrollo a largo plazo y la estabilidad económica de las naciones. Por lo anterior, es esperanzador ver a organizaciones impulsando alternativas creativas, como el canje de deuda por naturaleza, el desarrollo de paquetes nacionales para los bosques y la naturaleza, la exploración de mercados de créditos de biodiversidad, todas estas a mi juicio propuestas bien orientadas, siempre y cuando se manejen de forma transparente y objetiva.
Aplaudo los esfuerzos y compromisos internacionales hacia una reforma financiera que reconozca los impactos del calentamiento global y aumente las inversiones en la naturaleza para un futuro sostenible y equitativo. Sin embargo, es fundamental que estas intenciones se traduzcan en compromisos y acciones concretas y rápidas. El tiempo apremia y se requiere agilizar los cambios ofrecidos al sistema financiero que fomenten la equidad y el bienestar a sostenible para todas las personas, junto con un adecuado manejo de nuestros recursos naturales.
La reforma del sector financiero y el compromiso, la iniciativa y la gestión de los países para gestionar pronta y eficientemente deuda por naturaleza son el elemento esencial en este panorama. Debemos aprovechar esta oportunidad histórica para transformar nuestro sistema financiero y construir un futuro donde la naturaleza y la equidad sean prioridades fundamentales. Tomemos las decisiones valientes y audaces que nos permitan alcanzar un mundo más justo, resiliente y sostenible para las generaciones venideras.