Aun en medio de la modernidad hay tradiciones que no se olvidan, una de ellas de origen religioso es la conmemoración del día de los fieles difuntos, una celebración incluida en el calendario católico que designó el 1 de noviembre como el día de todos los Santos y el 2 de noviembre como el día de los Muertos, es decir, todos los adultos que han fallecido. Neiva no es la excepción, así se vivió esta tradición.
En esta oportunidad la conmemoración del día de los fieles difuntos en Neiva se vivió en medio de la lluvia, durante buena parte de este día tradicional, el cielo se unió al pesar de quienes decidieron desafiar la lluvia para visitar y recordar a sus seres queridos que desaparecieron, o como dicen muchos, “se les adelantaron en el camino”.
En Neiva, como en otras ciudades de Colombia, desde tempranas horas del día, muchos llegan a los cementerios ubicados en la ciudad, ingresan con rosas, también llevan materiales para limpiar y mantener las tumbas en buen estado. También llevan velas para orar por sus seres queridos y pedir al Creador por su descanso eterno. De esta manera les demuestran a quienes ya no están, que, aunque hayan muerto de forma física, aún viven en sus recuerdos y en sus corazones.
Para esta fecha, la iglesia católica prepara una misa para agradecer a Dios y exaltar oraciones por todas las personas que ya no están y pedir por el descanso y la vida eterna de los seres queridos.
Recorrido
Diario del Huila, visitó el tradicional Cementerio Central de la capital del Huila, en donde se recogen buena parte de las historias en torno a los fallecidos que hacen favores o milagros como llaman otros.
Lo primero que observamos es que después de la pandemia, que cambió la forma y horarios de visitas al camposanto, ahora se abre en horarios especiales y no todos los días. A la entrada aparecen los letreros en los que se puede conocer esos horarios y los días de visita.
La lluvia ha alejado a algunos de los que tradicionalmente llegaban en la mañana. Así lo sostiene Rosa Perdomo una de las vendedoras de flores en la parte externa del cementerio. “Si sigue lloviendo durante todo el día, las ventas no van a estar como esperábamos. Ayer en el día de todos los santos vino gentecita”, agregó.
Y es que para los que viven de la venta de flores estos dos días son especiales porque es la oportunidad de incrementar las ventas, ya que por tradición existen familias que visitan los mausoleos o las tumbas de sus seres queridos durante estas fechas especiales del calendario católico.
“Después del cierre por la pandemia, no nos hemos podido recuperar del todo, por eso esperábamos con expectativa la llegada de esta celebración especial, que sea lo que Dios nos quiera deparar, él es el que abre caminos”, sostuvo Alicia Claros, otra
vendedora de flores.
Ya dentro del camposanto son pocos los visitantes que se mantienen por la hora están a punto del cierre de medio día y la lluvia que sigue cayendo sobre la ciudad de Neiva.
De acuerdo con lo manifestado por uno de los celadores, la actividad de conmemoración se concentrará en la tarde, con una misa y grupos de oración que se dan cita en esta fecha especial.
Orando por agradecimiento o milagros
Los sitios más visitados continúan siendo los conocidos por tradición como la tumba del médico Hernando Moncaleano, cuyo nombre lleva el Hospital General de Neiva, el monumento a las Almas Benditas y la tumba de Saúl Quintero, el legendario guerrillero al que durante muchos años le atribuyeron milagros.
“Yo vengo todos los lunes a cumplirle la promesa al médico Hernando Moncaleano que me hizo el milagro de curarme de un cáncer, dijo Pedro Pulido, un hombre de la tercera edad que desafiante ante la lluvia, llegó a buscar la tumba del galeno.
Vestido con camisa a cuadros blancos y azules y pantalón gris, sombrero de color café, lleva en sus manos dos ramos de flores, “uno es para el médico a quien le guardo agradecimiento y el otro para mi hermana que por cosas de la vida enterramos al lado de la tumba del doctor Moncaleano”, agregó.
Se ha perdido la tradición
“Ya no es como antes, pero todavía hay quienes vienen a pedirle o a darle las gracias al doctor por los favores recibidos”, indicó Rafael Pérez, uno de los auxiliares que trabaja en los arreglos a los camellones, las bóvedas y la tumbas para este día especial.
Algo que se pudo observar es que por la lluvia no han llegado como de costumbre familias enteras que asisten a arreglar las tumbas o los mausoleos y de paso a orar por los santos difuntos. “Esperamos que lleguen en la tarde si mejora el clima”, sostuvo.
Otro lugar obligado para las visitas es la tumba de Saúl Quintero, legendario guerrillero que, tras su muerte, se convirtió en leyenda, se le reza y se asegura hace milagros.
Al observar el lugar, hoy está solo, pero se pueden ver la cantidad de placas de agradecimiento por los favores que le atribuye la gente.
“Dicen que hace milagros”, sostuvo Pablo Molina, un visitante que llegó a conocer la tumba por curiosidad, “vine a visitar la tumba del abuelo y me habían hablado de Saúl Quintero, así que aproveché para visitar el lugar”, añadió.
“Para mucha gente de las nuevas generaciones su nombre no les dice nada. Ya está cayendo en desuso y en el olvido. Hay nombres que los identifican y les resultan más atractivos para rezarles y pedirles”, comenta Liberio Plata.
Llega el momento de salir del camposanto, siguió lloviendo, alcanzamos a visitar el monumento a las Almas Benditas, se pudo observar al igual que en los otros lugares comunes las placas de agradecimiento.
También se debe recordar, al margen de la celebración religiosa, que el Cementerio Central de Neiva tiene monumentos como el de Cándido Leguizamón, soldado que combatió en la guerra con el Perú, a Reynaldo Matiz, uno de los grandes hombres del Huila, entre otros.
Los orígenes
Un día después de la Solemnidad de Todos los Santos, se celebra la conmemoración de los Fieles Difuntos, día en el que se recuerda a todos aquellos que ya han partido de este mundo y se elevan oraciones por el descanso eterno en la paz de Dios. Esta festividad se da en el siglo VIII y se debe a San Odilón, abad del monasterio benedictino de Cluny quien la instituyó en 998. Sin embargo, existen testimonios de piedad popular de que la fiesta tiene orígenes mucho más antiguos. En el año 998 d. C, el monje francés San Odilón creó oficialmente un día especial para recordar la memoria de los difuntos. Más tarde, en el siglo XVI, la idea se difundió por diversas regiones del mundo.