¡Ah, tantas enseñanzas que aprendí de niño! El niño es como un pizarrón totalmente limpio en donde usted puede escribir lo bueno, lo malo y lo feo y todo queda registrado. Por eso, educa al niño y tendrás un excelente ciudadano. Era apenas un niño cuando en el gobierno de Rojas Pinilla se estableció el Día del árbol: era un día cívico, -los maestros no exigían compensatorio-; todos, empezando por el alcalde, salíamos a plantar un árbol en el parque, en los antejardines, en los separadores, en las cuencas hidrográficas, etc. No había campañas ecológicas, había hechos ecológicos: era el aprender haciendo, -hoy hay mucha retórica, como quien dice, mucho ruido y pocas nueces-. Permítanme comentarles otra experiencia de aprendizaje en el mismo gobierno. Se estableció el “Día del ahorro”; ¿en qué consistía? Todo niño debía abrir una cuenta de ahorros en la Caja Agria, -en aquel entonces sí funcionaba- para que el niño aprendiera el valor del ahorro, yo tendría unos ocho años, ¡qué alegría tener una cuenta en el banco! Me vanagloriaba mostrándole mi libreta bancaria a mis papás, tenía un ahorro. ¿De cuánto sería la cuenta? Por ahí de cincuenta centavos. No se trataba del hecho, el criterio era formar. Se nos enseñaba a ganarnos el pan con el sudor de la frente no con el sudor del de enfrente, -hoy el discurso marcado por el odio, exige subsidios, subsidios, y… ¿los resultados?-. Se nos enseñaba el valor del trabajo, trabajando y no saliendo a la calle a gritar y vociferar palabras cargadas de odios viscerales que generan violencia. ¡Ah, qué país tan rico y tan pobre! ¿Cuándo saldremos de la pobreza? Cuando nos propongamos trabajar todos, entonces habrá cero desempleos y Colombia será un país próspero. Por favor, estimular el trabajo productivo no la mendicidad. La historia se nos enseñaba sin resentimientos. Los símbolos patrios se apreciaban porque en la escuela se celebraban las fiestas patrias: desfiles, discursos marcados por los hechos históricos, traje elegante, de gala porque era un día de fiesta, se le hacía homenaje a la bandera y se cantaba con emoción el himno nacional y del departamento; no se pedía un día compensatorio por haber participado en la fiesta patria. En Japón el decoro, el embellecimiento y el ornato de los establecimientos de educación pública lo hacen los estudiantes y es en el aprender haciendo como se forman los chicos para que amen a su país y su cultura. Allí no hay el discurso de reivindicación de derechos, sino obligaciones cívicas: los baños y los servicios comunes son mantenidos por los estudiantes y allí no se protesta por ello, se ve lo más normal. Esa es una de las razones porqué Japón es un modelo de civismo. Con la cultura del día del árbol y del ahorro, se nos enseñó a amar y respetar la naturaleza. Con el día del ahorro se nos enseñó a manejar el dinero con austeridad y a optimizar nuestros recursos financieros. Superemos tanta retórica y vayamos al grano, formemos integralmente a los chicos. ¡Ah, si dejáramos tanto discurso marcado por el resentimiento y el odio!