Neiva acaba de vivir su primera jornada del Día sin carro y sin moto de este 2024, una iniciativa que, aunque cargada de buenas intenciones, ha dejado mucho que discutir. El objetivo principal se cumplió: una notable disminución en los niveles de contaminación del aire y del ruido. Sin embargo, la resistencia de algunos ciudadanos a acatar la medida y las repercusiones en el sector comercial nos invitan a una reflexión profunda.
A pesar de los años en que se ha implementado esta jornada, todavía muchos ciudadanos se muestran reticentes a cumplir con el decreto. Prueba de ello son los 99 vehículos inmovilizados y los 225 comparendos impartidos. Si bien hubo una ligera reducción en comparación con la jornada obligatoria de 2023, estas cifras reflejan que aún hay trabajo por hacer en términos de concientización y cumplimiento.
El impacto positivo en el medio ambiente es innegable. Según datos proporcionados por la Secretaría de Medio Ambiente, la contaminación del aire se redujo considerablemente. Pasamos de 376.8 a 283.1 toneladas de gases de efecto invernadero y de 78.57 a 66.57 decibeles de ruido. Sin embargo, la reducción de solo 12 decibeles en la contaminación auditiva nos recuerda que este es un problema persistente y que requiere de esfuerzos adicionales.
El Día sin carro y sin moto también evidenció un problema estructural en nuestra ciudad: el impacto económico en el comercio. Restaurantes cerrados, locales comerciales vacíos y comerciantes informales que no pudieron llevar ingresos a sus hogares son una clara señal de que necesitamos un enfoque más inclusivo y balanceado. La economía de Neiva depende en gran medida del comercio diario, y jornadas como esta afectan significativamente a quienes viven del rebusque y de las ventas diarias.
Las voces de Enrique Cruz y Marta Sánchez, entre otros comerciantes, son un llamado urgente al diálogo y a la inclusión. No podemos ignorar que Neiva enfrenta altos niveles de desempleo y escasas oportunidades de emprendimiento. El gobierno local debe considerar estas realidades y buscar alternativas que mitiguen el impacto negativo en el comercio.
Una posible solución podría ser la implementación de incentivos para los comerciantes afectados, como subsidios temporales o campañas de promoción que atraigan a los clientes en días previos y posteriores a la jornada. Asimismo, sería crucial que la Secretaría de Competitividad se involucre activamente, proporcionando estrategias y cifras que ayuden a balancear los beneficios medioambientales con las necesidades económicas de los ciudadanos.
El Día sin carro y sin moto es una iniciativa valiosa y necesaria para la salud ambiental de nuestra ciudad. Sin embargo, su implementación debe ser acompañada de un enfoque más holístico que incluya la voz de todos los sectores afectados. Solo así lograremos una ciudad más sostenible y equitativa para todos. Es hora de que el Alcalde Germán Casagua y su equipo de gobierno escuchen y actúen en consecuencia, fomentando un verdadero consenso que permita avanzar hacia un futuro más verde sin sacrificar el bienestar económico de nuestros ciudadanos.
