Por: Danilo Arboleda.
La dignidad es una cualidad que indica el respeto y la estima que todos los seres humanos merecen y se afirma de quien posee un nivel de calidad humana irreprochable.
No hubo época mas indigna en Colombia que la esclavitud; comienza desde el mismo descubrimiento de América, cuando hábiles europeos se encontraron con indígenas gentiles, pacíficos y sencillos, a los cuales embaucaron con baratijas llamativas para robar sus tesoros, su dignidad, mancillar su sabiduría ancestral e implantar su cultura tramposa. Realmente son pocas líneas para documentar los vejámenes a los que fueron sometidos nuestros ancestros.
Posteriormente con la colonia española al mando, se autorizó en el siglo XV la introducción de los primeros esclavos africanos, los cuales llegaron a las indias con la venia de la corona de Castilla.
Los mas afortunados; aunque muy pocos, eran sirvientes en casas, no obstante, la regla general era someterlos a trabajos forzosos en minería, agricultura; obligándolos a trabajar jornadas extenuantes y sometiéndolos a castigos físicos.
La abolición de la esclavitud inicia con Simón Bolívar quien decreta su libertad en 1810 y son enfilados en el Ejército libertador. Posteriormente se decreta la abolición total por parte de José Hilario López como presidente de la República en 1851.
Dejando atrás la historia de la colonia, quiero hacer memoria a corto plazo, a pesar de la abolición de la esclavitud, fuimos revictimizados por los grupos terroristas que hoy diseñan nuestras leyes y nos quieren dar lecciones de moral y buenas costumbres, pretenden cambiar el imaginario colectivo y lavar su imagen manchada de sufrimiento, sangre, tratos crueles, inhumanos y degradantes, lagrimas, al cual fuimos sometidos de nuevo después de 213 años de independencia.
Las cárceles del pueblo del M-19 en muchos puntos de la geografía, fueron testigos de la barbarie, siendo una de las mas famosas la de Zipaquirá.
Luego la arrogancia narco-terrorista de las FARC encontraron su culmen delictivo en la década de los noventa con el secuestro; siendo sus lugares de encierro, las insanas selvas colombianas en donde soldados, policías, políticos, y en general la sociedad civil, “vivían” o mejor SOBREVIVIAN en condiciones infrahumanas.
Se respeta la dignidad humana por la muerte de un ciudadano, pero imposible insultar nuestra inteligencia haciendo honor a quien fue mercader de libertades, destruyendo familias por décadas, sometiendo a miles de compatriotas que sufrieron la inclemencia del secuestro; a la arrogancia de sus carceleros, a sus afinidades ideológicas y su notable simpatía con los victimarios. En realidad de verdad PIEDAD, nada que lamentar con su partida.
La esclavitud es hija de tinieblas, un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción. Simón Bolívar. ¡Palabra de espartano!