Diario del Huila

Dignifiquemos el campo

May 4, 2023

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El Rincón de Diana

Por Diana Montes

La labor del campesino es esencial en Garzón. La fertilidad de nuestras tierras, con diversas temperaturas, permite la producción de todo tipo de alimentos para las familias. Según la Evaluación Agropecuaria Municipal de julio de 2022, Garzón produce principalmente café, plátano, maíz y tomate; además, está despuntando el aguacate Hass.

La dirigencia política debe entender que la dignificación de la labor del campesino es una prioridad. Enfrentan muchos desafíos: inseguridad, mal estado de las vías, falta de servicios públicos domiciliarios, ausencia de viviendas rurales dignas y seguras, inestabilidad de precios en los insumos y una injusta tasa de intermediación en la comercialización de sus productos.

Estos factores han llevado a la deserción del campo. Los jóvenes no ven en la actividad una esperanza económica que les permita acceder a condiciones de vida digna. En su lugar, optan por vender sus tierras para dedicarse a trabajos que no conocen, lo que los coloca en situación de vulnerabilidad. Esto genera un grave problema de seguridad alimentaria. Los desplazados no tienen garantías de acceso a vivienda, aumentando el déficit poblacional. Al verse obligados a buscar trabajo en las zonas urbanas, aumenta el trabajo informal y mal remunerado, se reducen los niveles de escolaridad y causa sobrepoblación relativa en las ciudades, también con impactos medioambientales negativos.

El gobierno municipal debe realizar estudios económicos y sociales serios para impulsar espacios de organización de la población rural. Según el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018, en Garzón hay 1.407 familias sin vivienda. Curiosamente, en nuestra zona rural hay 1.119 viviendas desocupadas.

Si impulsamos una política de vivienda de subsidio al arrendamiento en zonas rurales, podemos: 1) disminuir el déficit habitacional. 2) reducir pobreza y desempleo, pues serían familias trabajando las fincas desocupadas. 3) aumentar la producción agropecuaria.

Si además combinamos esta política de repoblamiento del campo con inversiones en infraestructura –especialmente vías terciarias, servicios y escuelas–, podremos darle al campo el dinamismo económico que merece.

Sin campo, no hay ciudad. Y más en Garzón, cuya economía es en un 20% agropecuaria. Para darle a nuestro municipio el lugar que se merece, necesitamos orientar las políticas públicas hacia el desarrollo del campo. Sin esto, seguiremos perdiendo lugares, que es lo que ha venido sucediendo.

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