Por Mons. Libardo Ramírez Gómez*
En cada palabra de este escrito se siente un clima de fresca juventud. Quise anotar ideas salientes y me encontré que, en cada una de las 137 páginas con respuestas del Papa, hay por lo menos una de especial valor, espontánea y hasta picaresca en sus términos. Se siente en la lectura del libro, escrito en el 2018, cuanto dice el reportero en su presentación que percibió en Francisco una mirada encendida por una chispa, como si quisiera, junto a las palabras, transmitir algo profundo, y a la vez, libertador.
El título de la primera sección del libro es confortante, al señalar a los “jóvenes profetas”, y a los “viejos soñadores”, con grandes valores en unos y otros, llamados a complementarse, cargados de cualidades y responsabilidades, vivientes y palpitantes, más que de estereotipados e inertes en juventud y vejez. Ser viejo “significa tener suficiente experiencia aprendida del pasado”. Luego, dice el Papa: “un joven es una promesa de vida, que lleva incorporado un cierto grado de tenacidad (16).
No podía faltar en Francisco su llamado a la “parresia”, o coraje, inclusive en la oración que se ha de hacer con énfasis ante Dios (29). Destacable el llamado al aprecio a raíces de bien que se tienen, “sin las cuales no hay flores, ni frutos” (35). Clama por gobernantes que miren hacia lo alto, hablen con Dios, no se conviertan en dioses y miren también abajo, teniendo en cuenta a todos los gobernados (41-42). Enseña que el poder es servicio, que sientan los gobernados que se cuida de ellos. Impactante señalar a un Jesús que sirve lavando los pies y a un Pilatos que claudica lavándose las manos (43). Rememora 15 enfermedades de las que deben cuidarse quienes gobiernan (44-51). Comienzan con el “sentirse inmortales”, “indispensables”, pasando por el “funcionalismo” y “la cara fúnebre”, o de dureza y arrogancia, culminando con “el poder mercancía” en obtener propios beneficios. La más grave enfermedad: “la incapacidad de sentirse culpable” (51).
¡Qué riqueza tan inmensa de temas y precisiones del Papa, en esa primera sección! (15 a 72). Todo en entretejido de su lenguaje desabrochado, como su llamado a apreciarnos cada cual, y a los demás “como Dios nos ha parido”, y un reclamo al “amor viceral” hacia EL (63). Es cortante contra la corrupción, señalándola como el pecado más grande de la cual previene a los jóvenes (68).
Bajo los títulos de las otras dos secciones del libro, hay otra serie de ricas apreciaciones dignas de atención y docilidad para asumirlas en bien de la humanidad. Los titula: “En este mundo”, y “Enseñar y aprender”. Hay variedad de temas como el del medio ambiente, las armas nucleares, la insensibilidad ante la vida humana más que la de animales y plantas, y el rechazo a la pena de muerte. Todos los detalles positivos señalados en el libro para todo ser humano, están en Dios, que no es el vengador sino lleno de cualidades, que reflejan su bondad y misericordia, y así es y será siempre “joven”. Que buen paradigma para seguir sus pasos en este nuevo año que el Señor nos está concediendo. FELIZ AÑO.