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Diplomacia estratégica en Venezuela

Ago 3, 2024

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ERNESTO CARDOSO CAMACHO

A medida que transcurren los días y seguramente así será en las próximas semanas, luego de la cuestionada elección del 28 en Venezuela, donde todo indica que el dictador Maduro incurrió en un aberrante fraude; podremos observar que la complejidad de la situación interna en la hermana República nos mostrará que la diplomacia estratégica tiene diversas caras e intereses.

La geopolítica que hoy se refleja en la multilateralidad del poder se expresó con el apoyo de Rusia, China y el bloque árabe al supuesto triunfo de Maduro, dado a conocer casi que de inmediato a la declaración del CNE.

Por su parte, en el bloque del continente americano, vimos como Cuba, Nicaragua y Bolivia, asumieron también el decidido apoyo a la consolidación de la dictadura chavista. Por ello, llamaron la atención las posturas de Lula y Petro, inicialmente exigiendo transparencia en los resultados, al tiempo que Boric en Chile se expresó con contundencia rechazando el resultado y exigiendo reconteo de votos y exhibición de las actas de escrutinio.

Entretanto, el gobierno demócrata de los Estados Unidos asumió una dura posición señalando que existían claras evidencias del fraude electoral y de persecución a los opositores, coincidiendo con la declaración de la misión Carter que actuó en terreno invitada por el gobierno de Maduro.

Hasta ahora, el pronunciamiento de la comunidad europea ha sido cauteloso aunque existen claros antecedentes del rechazo a la dictadura.

En este escenario adquirió gran relevancia el duro pronunciamiento de la OEA censurando a la dictadura, el cual se formalizó en el proyecto de resolución sometido a votación en el Consejo permanente de la organización americana cuyos resultados ya conocemos. Allí se evidenció por un lado, el bloque liderado por Estados Unidos, Argentina, Chile, Ecuador, Perú y El Salvador; donde la abstención de Colombia, México y Brasil fue determinante para que no fuese aprobada dicha resolución de censura y condena.

Ahora bien. La actitud preventiva de la oposición liderada por Corina en el sentido de haber montado una plataforma virtual para acceder a la consecución de las actas, donde se demuestra que con cerca del 75% de las mismas la derrota de Maduro fue tan contundente, ha originado la enorme discusión política y diplomática que seguramente durará por varios meses.

En estas circunstancias la estrategia diplomática ha asumido el protagonismo. En ella, ya vemos como se están moviendo los principales actores del área latinoamericana. Al respecto, la declaración del secretario Almagro de la OEA, en el sentido de solicitar a la C.P. I abrir el proceso judicial a Maduro y su consecuente detención, revela el grado de indignación ante el cinismo del tirano.   

Por una parte, Petro que duró ausente por los dos primeros días pero que metió baza a través del Canciller Murillo, ha destapado sus cartas. Ha logrado asumir el liderazgo junto a Lula y López Obrador y al parecer está acercando a Boric, en la estrategia de buscar una negociación que permita una salida diplomática al grave conflicto venezolano. Los elogios recientes de Maduro a Petro y su confesión de que han estado conversando y que además lo aconseja con frecuencia, permiten presumir que no obstante la exigencia de un recuento transparente de los votos, en el fondo lo que pretenden es darle tiempo a Maduro para que se atornille en el poder, a punta de represión y violación de los derechos humanos.

Nadie puede desconocer el gran valor estratégico que representa para el presidente Petro la evolución del conflicto venezolano, el cual se expresa en el intercambio comercial; la extensa y porosa frontera entre los dos países; la indiscutible hermandad entre los dos pueblos; las profundas consecuencias de la eventual y masiva migración hacia Colombia, entre otras.

Sin embargo, la mayor preocupación de Petro radica en el futuro de la paz total. Ya es un hecho indiscutible que la protección otorgada desde Chavez y acentuada por Maduro a las hoy llamadas disidencias de las Farc y al Eln, constituyen un elemento fundamental para que estos grupos logren negociar acuerdos que les garanticen por lo menos lo que en su momento lograron las Farc con Santos, es decir, impunidad, representación política, recursos económicos y generosa actividad en los territorios donde el narcotráfico y la minería criminal son un gran negocio.

A propósito, hay un viejo dicho conocido que dice “piensa mal y acertarás”.

A sabiendas del pragmatismo que caracteriza a los movimientos de la izquierda radical, del cual Petro es sin duda un destacado militante y estratega; nada raro sería que su mayor apuesta en este conflicto venezolano se localice en que se firme la paz total con el Eln y las disidencias de Márquez; bajo la ineludible condición de convocar a una Constituyente o Referendo que le permita atornillarse o por lo menos extender su período constitucional.

La diplomacia estratégica ha permitido a los pueblos solucionar conflictos pero también agudizarlos. Ojalá no sea lo segundo si no lo primero para Colombia y Venezuela.              

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