En una ciudad como Neiva, donde el ritmo de vida parece consumirlo todo, la compasión puede ser difícil de encontrar. Sin embargo, hay quienes dedican su existencia a causas que, aunque silenciosas, tienen un impacto profundo en el entorno. Ese es el caso de Jairo Arias Cedeño, un hombre cuya vida se ha convertido en sinónimo de protección y amor hacia los animales abandonados.
DIARIO DEL HUILA, CRONICA
POR: ALEJANDRO POLANCO
Lo que comenzó como un acto individual de compasión hacia los animales callejeros se transformó, con el paso de los años, en una cruzada incansable. En este refugio, cientos de perros y gatos han encontrado una segunda oportunidad, una nueva esperanza de vida. Sin embargo, mantener esta labor ha implicado sacrificios constantes, desafíos económicos y un esfuerzo emocional que pocas personas estarían dispuestas a asumir.
La relación de Jairo con los animales no es casual. Desde niño, sintió una afinidad especial por ellos, un vínculo que no todos entienden, pero que ha marcado el curso de su vida. En sus recuerdos de infancia, evoca cómo usaba el dinero de su recreo para comprar alimentos y dárselos a los perros callejeros que encontraba en su camino. Este gesto, sencillo pero cargado de significado, fue el primer paso de un camino que lo llevaría a convertirse en defensor y protector de los animales más vulnerables.
El primer rescate oficial que realizó ocurrió hace más de 30 años. Jairo encontró a un perro gravemente herido en las calles, lo llevó a casa y, con los pocos recursos que tenía, lo curó. Semanas después, logró que una familia lo adoptara. Esta experiencia no solo le dio satisfacción personal, sino que también le mostró el impacto transformador de sus acciones. A partir de ese momento, decidió dedicar su vida a ayudar a los animales que lo necesitaran.
Hoy, Jairo estima que ha rescatado a más de 1000 animales a lo largo de su trayectoria. Cada uno de ellos tiene una historia particular, pero todos comparten algo en común: llegaron al refugio en condiciones críticas, víctimas del abandono, el maltrato o la indiferencia.
Los retos de sostener un refugio
Mantener el Refugio Don Jairo no ha sido fácil. Actualmente, el espacio alberga a más de 200 animales, cada uno con necesidades específicas que incluyen alimentación, esterilización, tratamientos médicos y vacunas. Solo en alimentos, el refugio requiere más de 40 bultos de concentrado al mes, un costo que representa un desafío constante para Jairo.
“La mayor parte de los gastos los cubro con recursos propios o con donaciones esporádicas. Sin embargo, estas últimas no siempre son suficientes, y hay meses en los que tengo que endeudarme para cubrir las necesidades del refugio”, explica Jairo.
Además del desafío económico, está la falta de apoyo estructural por parte de las autoridades locales. Aunque las leyes en Colombia contemplan sanciones para el maltrato animal y fomentan su protección, en la práctica, su aplicación es insuficiente. “Las leyes existen, pero no se cumplen. Necesitamos más compromiso de las autoridades y también de la ciudadanía. No es solo tarea de unos pocos; todos debemos ser parte del cambio”, enfatiza.
El día a día en el refugio es agotador. Desde el amanecer hasta el anochecer, Jairo está ocupado alimentando a los animales, limpiando sus espacios, administrándoles medicamentos y atendiendo emergencias. También dedica tiempo a gestionar las adopciones, asegurándose de que cada animal encuentre un hogar responsable.
Las alegrías y el dolor de una vida dedicada a los animales
A lo largo de los años, el Refugio Don Jairo ha sido escenario de momentos de profunda alegría, pero también de inmenso dolor. Cada vez que un animal encuentra un hogar amoroso, Jairo siente que su trabajo vale la pena. “Ver a un perro que llegó desnutrido y enfermo salir del refugio sano y feliz con una familia es una de las mayores satisfacciones de mi vida”, asegura.
Sin embargo, no todas las historias tienen un final feliz. Muchos animales llegan en condiciones tan críticas que, a pesar de los esfuerzos, no logran sobrevivir. Estas pérdidas son devastadoras para Jairo, quien las enfrenta como si fueran la muerte de un familiar. “Cada animal que se va deja un vacío en mi corazón, pero me consuela saber que al menos en sus últimos días recibieron amor y cuidados”, confiesa.
Otro aspecto doloroso de su labor es el desinterés de algunas personas hacia los animales. Jairo recibe constantemente llamadas de personas que quieren devolver a los animales que adoptaron, a menudo por razones triviales. “Es frustrante ver cómo algunos no entienden que adoptar a un animal es una responsabilidad de por vida. No son juguetes ni objetos que se puedan desechar cuando dejan de ser convenientes”, lamenta.
Un Legado que Inspira
A pesar de los desafíos, el Refugio Don Jairo sigue siendo un faro de esperanza para los animales más vulnerables. Aquí, no solo encuentran un lugar donde recuperarse, sino también una segunda oportunidad para vivir dignamente.
Jairo sueña con un futuro en el que su labor inspire a más personas a involucrarse en la protección animal. Aspira a ampliar el refugio, construir más espacios y contar con los recursos necesarios para atender a un mayor número de animales. También espera que su historia motive a la comunidad a adoptar con responsabilidad, esterilizar a sus mascotas y exigir a las autoridades el cumplimiento de las leyes de protección animal.
“La lucha por los derechos de los animales es larga, pero cada pequeño esfuerzo cuenta. Si todos hacemos nuestra parte, podemos construir un mundo más compasivo para ellos”, concluye.
El Refugio Don Jairo no solo es un lugar, sino un testimonio vivo de lo que se puede lograr con amor, dedicación y un profundo sentido de responsabilidad. En cada animal rescatado, en cada vida transformada, queda grabada la huella de un hombre que decidió no mirar hacia otro lado, sino actuar para hacer la diferencia.
Para quienes deseen unirse a esta causa, las puertas del refugio están abiertas. No solo se necesitan donaciones económicas, sino también manos dispuestas a ayudar, corazones comprometidos y una comunidad que valore y respete la vida de todos los seres. Porque, como demuestra la historia de Jairo, el amor puede cambiar vidas, incluso las más pequeñas y olvidadas.