Por: Álvaro Hernando Cardona González
La economía nacional va mal. Y de paso afectando al medio ambiente sano y el desarrollo sostenible, que al fin al cabo es el modelo adoptado con la Constitución Política.
Las cifras lo dicen bien: el DANE acaba de informar que el crecimiento de la economía del primer trimestre del 2024 fue del 0.7% acumulando un año de 1.5%. Estamos en los últimos puestos de América cuando llevábamos décadas promediando los primeros cuatro lugares. Antes que estar ante un descenso del IPC, diferentes actores de la economía advierten de subidas constantes impulsadas por aumentos del precio de la gasolina impactando de paso el transporte y el turismo que no tiene las cifras de años anteriores. Hoy todos los estudiosos, bancos de inversión, Banco de la república y entes internacionales prevén para el resto del año expectativas negativas. El Gobierno no ejecuta y más preocupa anunciando nuevas reformas tributarias cuando él mismo hizo el mayor ajuste y disminuyen los recaudos como hacía mucho no ocurría.
Pero ¿por qué la preocupación desde el sector ambiente y desarrollo sostenible? Pues por varias razones adicionales a las sociales (empleo, seguridad, mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos) tales como las referidas a los montos de las apropiaciones presupuestales tanto nacionales como territoriales para la conservación como la recuperación ambientales. Y porque el deterioro de las finanzas familiares llevan a postergar gastos en saneamiento ambiental de los hogares especialmente aquellos desconectados de las redes de servicios públicos. Y ni hablar de los posibles recortes en los presupuestos de los cinco institutos de investigación e información ambientales y muchos centros de investigación de universidades públicas y privadas, atrasando aún más el conocimiento para la mejor toma de decisiones sectoriales.
Tampoco debe dejar de influir en el estado del medio natural (ambiente) la situación económica de las empresas. Si a estas les va mal, perdemos mucho de lo que hacen por medio de sus programas de iniciativa filantrópica o gestión de los programas de responsabilidad social. Y bastante que pesan, especialmente en acciones de innovación, transferencia de tecnologías y mejoramiento de los entornos.
Si existe un factor que deja ver rápidamente los indicadores económicos, es la educación. Bajan los ingresos, y bajan las matrículas en pre y posgrados. Las áreas de conocimiento ambiental, están afectadas. Enorme.
La economía nacional marcará entonces mucho el camino de lo que será la gestión ambiental pública y privada este y el año entrante. Hay una relación estrecha y ya anhelamos que la primera mejore, en favor del medio ambiente, de la salud y de la vida en todas sus formas.