Por: GERARDO ALDANA GARCÍA
Apenas ha transcurrido cerca de un mes desde que se dio apertura a la primera feria internacional del libro FILVORÁGINE, acaecida en la ciudad de Neiva, entre el 1 y el 5 de noviembre de 2023, lo cual representó un esfuerzo regional que saludamos con afecto; y ya es momento de pensar en lo que debe ser la segunda versión del importante certamen, en su edición del año 2024, siempre que el programa de gobierno y el entonces nuevo plan de desarrollo del gobernador electo Rodrigo Villalba Mosquera, así lo haya considerado y así llegue a contenerlo.
Es conveniente destacar que el Huila viene haciendo un notable ejercicio en materia de realización de eventos feriales con enfoque comercial; de hecho, buscando superar el estadio primario y también sensible, de la promoción que suele quedarse allí, en decir que tenemos cosas o atractivos bellos, pero que a la hora de ponerlos en las manos del comprador, perdemos el año por cuenta de la carencia en la implementación de estrategias apropiadas que conecten al productor, en este caso al escritor, con su demanda, facilitando la concreción de la venta efectiva de sus ofertas. Y digo que el ejercicio es notable si tomamos la referencia de la Feria Internacional de Café, Cacao y Agroturismo – FICCA, cuyo esmero en aspectos relativos a la exhibición cada vez se parece más a las ferias de alta calidad, y no se diga en la aplicación de espacios concretos para la comercialización como ruedas de negocios de orden regional, nacional e internacional, recurriendo para ello a alianzas público privadas o con gremios que han permitido escenificar en el espacio ferial, concursos de tanto peso como: Colombia Tierra de Diversidad, liderada por Fedecafé, Taza de la Excelencia, organizado por empresarios privados, o el Concurso Nacional Cacao de Oro, a cargo de la Red Nacional Cacaotera.
Y por qué traigo a colación la reflexión sobre el éxito de la FICCA si me estoy refiriendo a la feria internacional del libro FILVORÁGINE. Justamente por la necesidad de incorporar a dicha cita comercial de la cultura del libro e industrias asociadas, espacios, atractivos de alto reconocimiento a nivel internacional, nacional y regional, capaces de atraer la atención del público que le interesa a la región; esto es, compradores, lectores, turistas y comunidad en general. Creo que el gobernador electo Villalba Mosquera, haría bien si considera con su equipo de asesores en materia de cultura, gestionar la posibilidad de que eventos significantes en materia de poesía, cuento, novela o ilustración de obras bibliográficas en físico o digitales, entre otros, tomen parte en la programación de la FILVORÁGINE; por ejemplo, sería muy conveniente si concursos como: Concurso Nacional Casa de Poesía Silva, llegase a Neiva; si, puede ser en una de las fases del evento, por ejemplo, convocatoria, promulgación de los finalistas o acto de premiación de los ganadores. Y qué tal si se habla con el Municipio de Neiva para que la Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera, se haga coincidir con Filvorágine, en algunas de las fases más sensibles del proceso. En otro ejemplo, el Premio Nacional de Novela liderado desde el Ministerio de Cultura, podría tener una descentralización y desarrollarse en el marco de Filvorágine, o por ejemplo el Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá; podría ser que en Filvorágine tenga lugar el acto de selección de finalistas, eso sí con lugar a conversatorios y atractivos que dan forma y sentido al acto. Esto no es imposible lograrlo; de hecho, ya la región lo hizo en los certámenes de café y cacao antes descritos cuya descentralización desde Bogotá parecía imposible.
Pero no nos perdamos la posibilidad de soñar con algo grande, y es cómo podríamos conectarnos con certámenes literarios de reconocimiento mundial, buscando que dentro de su proceso haya una fase que se pueda cumplir en Filvorágine, por ejemplo, un capítulo para Suramérica en certámenes como Concurso Internacional de Novela Alfaguara; tal vez, un conversatorio con los organizadores, un panel con los ganadores de dicho concurso, una gira de lectores de la literatura originada desde Alfaguara, por el destino turístico Huila, que incluya su presencia dialogada en Filvorágine. También me gusta que certámenes regionales que han llegado al escenario nacional, estén en Filvorágine, como el Concurso Nacional de Minicuento Rodrigo Díaz Castañeda, originado desde Palermo, Huila.
Y claro, en el marco de estas posibilidades, es indispensable la presencia de las editoriales; y aquí un nuevo dilema: solo pequeñas o también grandes. Creo que el escenario se debe disponer para que unas y otras coexistan sin hacerse daño en el mercado; hay escritores, empezando por Huila que son los que en principio deben interesar al territorio y sus gobiernos, cuya creación da para atraer la atención de una editorial de orden regional, y los hay también con proyección cuya literatura puede tener perfil para cautivar a las grandes como Planeta o Panamericana.
Finalmente, y teniendo en cuenta la disponibilidad de los espacios feriales de Neiva, Filvorágine, llamado evento de carácter internacional debe acceder a los interiores propiamente dichos del Centro de Convenciones José Eustasio Rivera; las plazoletas del complejo arquitectónico no son el espacio ideal para que el binomio escritor-escucha, poeta -lector, interactúen. Cuando un novelista lee para un público, se convierte en un acto solemne en donde el silencio reina para provocar desde la palabra, emociones vigorosas en quien escucha. Otro tanto sucede en quien visita un stand con literatura y lo hace en un espacio cubierto, con aire acondicionado, frente a un exhibidor de calidad estética admirable, que invite a la compra. Es lógico tener en claro que un evento así pensado, requiere de una gerencia de alto nivel y recursos económicos, que lo hagan viable.
