Por P. Toño Parra Segura padremanuelantonio@hotmail.com
Durante tres semanas la riqueza de la Liturgia del Adviento nos ha preparado en la vigilancia, en la conversión y en la autenticidad alegre para la espera ansiosa del Mesías.
Esta última semana tienen como protagonista especial a la Santísima Virgen María inmaculada en su concepción humana y preservada de pecado, porque iba a ser la Madre del Mesías.
Los profetas desde siglos habían anunciado la destinación de esta Virgen, en previsión del futuro Salvador que debía encontrar una morada diga, en un seno limpio de toda mancha.
Lucas hace realidad los anuncios con la presentación histórica del saludo del ángel y de la aceptación humilde de María.
Todos los días de nuestro quehacer cristiano en el rosario recordamos en los Misterios Gozosos esas escenas que hoy nos presenta la Liturgia.
Dios siempre se comunica con el hombre, le abre los espacios de su amor, envía mensajeros que son nuestros Ángeles Custodios para que vayan con nosotros, no de cualquier manera sino de forma personal y concreta.
En el diálogo siempre está toda la Trinidad de por medio, porque Dios es amor y es comunidad. Esto está expresado después en la vida de Jesús, en su Bautismo y debe ser ahora la misma pedagogía cristiana. “El que escucha mi Palabra y la pone en práctica, vendremos a él y haremos morada en él” Isaías lo llamo “Emmanuel” Dios con nosotros, y en la corrupción latente del mundo de las comunicaciones, hasta este nombre ha sido interpretado en personajes detestables por su contenido de mal.
Dios exige de su criatura una respuesta. Adán no se la dio porque estaba escondido y desnudo lleno de pavor, lo mismo que su compañera sacada de su costado. Fueron expulsados con pena y sin gloria y desde entonces vagaron, sudaron, sufrieron todas las consecuencias de su desobediencia al Creador.
Hasta que apareció una mujer especial, obediente y humilde que le sirvió a Dios como instrumento de gracia para la Nueva Creación en Jesucristo.
María pregunta confundida el Misterio y al no entenderlo lo acepta sumisa en una obediencia que la hizo fecunda desde ese momento: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en Mí según sus Palabras”.
El SÍ de María, va seguido de un HÁGASE y esto no solamente en estos momento de gloria sino a través de toda la vida de su Hijo. También ella lo recomienda en las bodas de Caná “Hagan todo lo que Él les diga” y se hizo el milagro.
Esa debe ser en esta semana y siempre nuestra respuesta a Dios.
Un “Sí” a la vida para no matarla, sino para defenderla donde quiera que esté.
Un “Sí” a la verdad para que tengamos la libertad y no la esclavitud de los que se callan por miedo.
Un “Sí” a la justicia para que sea transparente y no sometida a las componendas políticas que la acomodan según las circunstancias.
Un “Sí” al “Amor” para que este no se vuelva “desechable” y sea el signo y la imagen de Dios en nosotros. El compromiso es serio para que Jesús se encarne en nosotros, no como un hecho del pasado, sino como una realidad constante en el hoy de nuestra vida. No basta con el “sí” de los padres y padrinos en el Bautismo debe ser la fidelidad a la Palabra empeñada. Jesús busca corazones puros, mentes limpias y voluntad para seguir salvando.
Esto es lo importante en la navidad, todo lo demás es secundario y superfluo.
¡Feliz Navidad para el Diario del Huila y sus queridos lectores!