Diario del Huila

El aeropuerto de Garzón

Mar 6, 2021

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Por: Amadeo González Triviño

Hace algún tiempo se ha venido hablando de la posibilidad de restablecer el servicio de un aeropuerto en las viejas instalaciones que en su momento fueran adquiridas con destino al Aeropuerto de la Jagua y que con el paso del tiempo fueran cedidas a título gratuito hasta ser de propiedad de la Unidad Administrativa Especial de la Aeronáutica Civil, según se desprende de la escritura pública número  3693 del 24 de julio de 1946 de la Notaria 4 de Bogotá y registrada a folios de matrículas inmobiliarias números 202-2539 y 202-2564 de la Oficina de Registro de Garzón, hoy cedida al Ministerio de Defensa y al Ejército Nacional de Colombia, sin que éstos hayan cumplido las exigencias y compromisos de convertirlo “única y exclusivamente para el campo de la aviación civil y militar” y no en un batallón o centro de concentración militar, como opera en la actualidad.

Previo a cualquier consideración, hicimos algunas averiguaciones sobre el origen y la razón de ser de dicho Aeropuerto y el actual destino que tiene y la forma como se ha ocultado la información a la comunidad en general y se han tergiversado los conceptos y las apreciaciones que deben hacerse sobre el particular, para advertir que el Aeropuerto no fue construido como se dice por algunos, por la necesidad que encontró el gobierno nacional, en virtud de la guerra con el Perú, conflicto que se suscitara entre los años 1932 y 1933, sino que es parte quizá de una proyección y de una necesidad de adecuar un espacio para la explotación comercial de la región y sobre todo, por la forma como esa guerra generó el proceso y desarrollo de la vía hacia el Caquetá por Guadalupe, Resinas, Sebastopol y Florencia.

A su vez, hay quienes afirman y sostienen con mucha osadía, que el Aeropuerto fue creado por la necesidad de encontrar un punto de referencia enmarcado por los dos ríos, sin la perturbación de la cordillera, para poder aterrizar, incluso, sin necesidad de otro tipo de coordenadas geográficas y por cuanto la meseta del Llano de la Virgen, permitía y establecía un panorama que habilitaba la circulación aérea en esta zona y a decir verdad, que muchos de estos pensamiento son creíbles, hasta el punto que el delta que se forma en la confluencia del río Suaza sobre el río madre de la patria el río Magdalena así lo permite. Este es el sector habitado que hoy en día corresponde al centro poblado de la Jagua, data de más de quinientos cincuenta años de existencia y hay quienes sostienen que era parte de ese proceso de adoctrinamiento de las juventudes indígenas antes de la conquista y que a su vez, se daban cita muchos chamanes y médicos ancestrales, para considerar y analizar los avances en la sanación del cuerpo y del alma y compartir conocimientos. Por otro lado, no olvidemos que desde el Río del Oro y hasta la zona hoy de lo que es San Agustín, hubo una población indígena cuya naturaleza y costumbres y forma de organización se desconocen por completo y siguen siendo un misterio sobre el cual, se conjuga mucha especulación y surgen muchos decires que hacen parte del cotidiano ejercicio de la construcción o forma de rescatar una histórica desconocida.

Este proceso entonces me ha llevado a pensar y a evocar las historias que se tejían en torno al funcionamiento del aeropuerto de la Jagua, hoy en tierras que pertenecen al municipio de Altamira y que se proyectan como una fuente de desarrollo social y económico, pero que como fruto de la desidia y del abandono de nuestra clase política a lo largo de la historia regional, lo ha llevado a que se descuidara y se dejara de lado su importancia y no se cumpliera con el cometido en el 2009 de la cesión al Ministerio de Defensa y se prevaricara sobre su aprovechamiento.

Esta iniciativa de un grupo de personas es de vital importancia y trascendencia sobre todo, cuando los fenómenos sociales deben partir y surgir precisamente de la misma sociedad, de sus miembros y de sus ciudadanos activos que procuren su propio desarrollo, pero es una aspiración que si bien es cierto, puede tener un futuro halagador, no lo es menos, que para muchos “celios” de ésta región, es una forma de solazarse con idearios que nunca se han de concretar y que no tiene sentido, cuando las comunidades mismas, siguen siendo vilipendiadas y abusadas en su perfil político, por una clase dirigente que nunca ha tenido sentido social y de apoyo o de trascendencia hacia la consolidación de una verdadera estructura social con políticas fiscales y de atención y apoyo a las comunidades en general. Es decir, por políticos que han vivido de su oficio para sus propios apetitos burocráticos, en tanto que las comunidades son relegadas a una miseria y un abandono total, como sucede hoy en día, y somos herederos de ese infortunio al que nosotros mismos hemos participado con sus elecciones en cada proceso “seudo-democrático”.

Apoyamos las iniciativas y estaremos presentando otras apreciaciones y recomendaciones para que sean valoradas en su momento, siguiendo esta columna de opinión, que no me compromete con nadie y que no soy vocero de intereses políticos o económicos, pero si de una constante social que me motiva a pensar en la necesidad de reivindicar la voz del pueblo y de sus agentes en la construcción de su propio derrotero social.

 

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