Neiva, ha sido el escenario de tragedias que han cobrado la vida de varias mujeres y han dejado secuelas irreparables en otras tantas. En los últimos años, la falta de regulación y la proliferación de clínicas sin los debidos controles han llevado a un incremento en las muertes y complicaciones graves tras procedimientos estéticos, exponiendo los oscuros riesgos detrás de la búsqueda de la belleza.
DIARIO DEL HUILA, INFORME
UNIDAD INVESTIGATIVA
En los últimos años, Neiva ha sido testigo de una serie de trágicos incidentes relacionados con procedimientos estéticos que han resultado en la muerte de varias mujeres o en complicaciones de salud graves. Estos eventos han generado una creciente preocupación por la seguridad y la regulación de estas intervenciones en la ciudad, donde cada vez más mujeres, impulsadas por estándares de belleza y la promesa de transformaciones rápidas, optan por cirugías estéticas, algunas acuden a clínicas legales y con profesional, mientras que otras sin saberlo en muchos casos terminan en las denominada ‘clínicas de garaje’.
Casos fatales: un recordatorio de los peligros
El caso más reciente que ha sacudido a la comunidad neivana es el de Celmira Adames Chavarro, quien falleció el 21 de agosto de 2024 después de someterse a cuatro cirugías en la Clínica Alejandría. A pesar de que el procedimiento parecía haber sido exitoso inicialmente, Celmira desarrolló un tromboembolismo pulmonar masivo, lo que resultó en su muerte. Su esposo ha denunciado públicamente irregularidades por parte del cirujano Luis Yesid Martínez Laguna, lo que ha abierto un nuevo debate sobre la ética y la responsabilidad en la práctica médica en la región.
Sin embargo, el caso de Celmira no es un hecho aislado. En diciembre de 2020, Diana Zulay Caballero perdió la vida tras una cirugía estética realizada por el médico Juan Pablo Canencio. Según su esposo, Jhon Fredy Grisales, una sobredosis de anestesia fue la causa principal de su fallecimiento. Caballero había confiado su cuerpo al mismo médico que la había operado previamente con éxito, pero esta vez, la intervención tuvo un desenlace fatal. Grisales, al igual que muchas otras familias en situaciones similares, ha expresado su indignación y desconfianza en la forma en que se manejó la cirugía y las circunstancias que rodearon la muerte de su esposa.
Otro caso trágico ocurrió en abril de 2022, cuando Karina García Sánchez, una joven de 26 años, murió un día después de recibir anestesia para un procedimiento estético en Neiva. A pesar de haber sido sometida a exámenes previos que confirmaron que no sufría de ninguna enfermedad, su salud se deterioró rápidamente tras la administración de la anestesia, sufriendo múltiples paros cardíacos que finalmente resultaron en su muerte.
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El nombre del médico Misael Polanía Andrade también resuena en la lista de profesionales involucrados en procedimientos estéticos que terminaron en tragedia. En marzo de 2011, Polanía practicó una lipectomía y mamoplastia a María Diva Perdomo Correa, quien murió debido a complicaciones durante la cirugía. A pesar de este antecedente, Polanía continuó operando, lo que llevó a la muerte de otra paciente en julio de 2013 en la Clínica de Fracturas y Ortopedia. La investigación reveló que Polanía no contaba con los estudios que avalaran su especialidad como cirujano plástico y estético reconstructivo, lo que subraya la necesidad de una supervisión más rigurosa en el sector.
El caso de las hermanas Ingrid Catalina y Nidia Patricia Alvarado Guzmán en enero de 2000 es otro ejemplo doloroso de los riesgos involucrados en estos procedimientos. Ambas murieron tras una liposucción realizada por el cirujano Absalón Aldana Granados en el Centro de Cirugía Ambulatoria. El diagnóstico de muerte fue una embolia grasa pulmonar, lo que refleja las graves consecuencias que pueden derivarse de complicaciones quirúrgicas no controladas.
Mujeres afectadas: las secuelas de las intervenciones
Además de las muertes, muchas mujeres en Neiva han sufrido complicaciones severas que han afectado sus vidas de manera irreparable. Mónica Motta Calderón es una de ellas. Después de someterse a una cirugía estética en mayo de 2024 con el cirujano Juan Canencio en la clínica Belo Horizonte, desarrolló una necrosis en el pezón durante el postoperatorio, lo que le causó un daño considerable. Aunque su vida no estuvo en peligro, su caso pone de manifiesto los riesgos a los que se enfrentan muchas mujeres cuando optan por procedimientos estéticos.
Falta de regulación y supervisión: un problema sistémico
Uno de los factores que contribuyen a esta alarmante situación es la proliferación de clínicas estéticas y profesionales de la salud que operan sin las certificaciones adecuadas. En muchos casos, los procedimientos son realizados por personas sin la formación necesaria o en instalaciones que no cumplen con las normas de higiene y seguridad. La falta de una regulación estricta ha permitido que estos centros continúen operando, poniendo en riesgo la vida y la salud de numerosas mujeres.
Aunque las autoridades locales han comenzado a tomar medidas, realizando operativos de control y cerrando establecimientos que no cumplen con los estándares mínimos, la demanda de estos procedimientos sigue en aumento. La promesa de belleza y la presión social llevan a muchas mujeres a arriesgar su salud, a menudo sin estar plenamente conscientes de los peligros que enfrentan.
Un llamado a la conciencia y a la acción
La situación en Neiva subraya la necesidad urgente de reforzar la regulación y supervisión de los procedimientos estéticos, garantizando que solo profesionales debidamente capacitados y en entornos seguros realicen estas intervenciones. Es esencial que las mujeres se informen adecuadamente y prioricen su salud por encima de cualquier estándar de belleza. Asimismo, es imperativo que las autoridades continúen fortaleciendo las medidas de control y sancionen severamente a aquellos que pongan en peligro la vida de sus pacientes.
El camino hacia una práctica médica ética y segura en el ámbito de la cirugía estética es largo, pero con un esfuerzo conjunto entre las autoridades, los profesionales de la salud y la sociedad, es posible evitar que más mujeres pierdan la vida o sufran daños irreparables en su búsqueda de belleza.
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