Por: Carlos Tobar
En el fin de semana pasado el Dane publicó el último informe sobre el Índice de Precios al consumidor – IPC, que mide el costo de vida. También se puede decir que es la medida de la inflación, esa enfermedad de la economía que aterra por igual a los consumidores, y, a los grandes capitalistas.
En esa medición Neiva, resultó ser la ciudad donde ese índice creció en mayor proporción que todas las ciudades del país.
Dos factores inciden de manera preponderante: el costo de los alimentos, específicamente por su impacto en el “corrientazo” a más del consumo familiar, y el costo de las tarifas de energía, particularmente eléctrica y gas.
En el costo creciente de los alimentos vienen creciendo desde la pandemia, las carnes – res, pollo –, el arroz y algunas verduras y frutas importadas, aunque los productos de origen nacional también de han visto afectados en el precio por el incremento de los insumos importados (fertilizantes y abonos).
Los efectos inflacionarios en el mercado nacional tienen causas externas e internas: en los factores externos influyen los desajustes en las cadenas de suministro por efecto de la pandemia, la guerra de Rusia y Ucrania que alteró el mercado de alimentos (trigo, cebada) y, los fertilizantes nitrogenados que se producen en una alta proporción en Rusia y Biolorusia.
Además, la política de los bancos centrales de los EE.UU. y la Unión Europea que para controlar la inflación están subiendo, de manera significativa, las tasas de interés de los créditos que impactan el costo de los mismos a nivel mundial, golpeando especialmente a los países en desarrollo que están fuertemente endeudados con el sistema financiero, en parte por la batalla contra la pandemia del covid.
A nivel interno el efecto más significativo, es la devaluación creciente del peso frente al dólar que en los últimos meses ha superado porcentajes cercanos al 15%. Esto afecta no solo el costo de los bienes y servicios importados, sino que encarece la deuda externa en dólares del gobierno y de las empresas que, tendrán que pagar más por intereses y abonos a capital. En el presupuesto nacional el servicio de la deuda pública compromete casi el 25% del total.
Lo cierto es que para los neivanos, los huilenses y los colombianos este fenómeno inflacionario va a seguir golpeando los bolsillos de los trabajadores y la caja de los empresarios que con ingresos estancados o decrecientes tendrán que afrontar los mayores costos de un sistema económico que está fuera de control.
