Una vez iniciado el año 2022 donde el mundo mantiene los ojos puestos en la reactivación total de la economía, de la lucha y mitigación del COVID y sus efectos, las decisiones geopolíticas de Rusia, China, Estados Unidos y los países del oriente medio, lo que pueda pasar con Ucrania, Venezuela, así como el fortalecimiento de energías alternativas, el efecto del fracking en la producción de petróleo, la minimización e impacto de los efectos de contaminación industrial y minera, la monetización virtual y tantos otros temas que son motivo de noticias, controversia y opinión en la actualidad.
El valor de la vida, la salud y la familia ha permitido en todo el mundo y sobre todo en la comunidad latina, quienes tenemos marcada expresión de afecto, calor humano y eufóricas maneras en la expresión de sentimientos que hacen del calor caribe, del sabor a café, del verde esperanza de las montañas y de la diversidad étnica, cultural y gastronómica, que nos hacen distintos y tal vez únicos.
Este nuevo año donde esperamos cambios regidos por decisiones políticas, las que marcaran muy seguramente el futuro próximo del país, de su economía, de su dinámica social y del desarrollo tecnológico, del uso masivo de las comunicaciones que implican el fortalecimiento del estilo conservador de los negocios, de la venta de bienes y servicios que cada día generan una cultura distinta y forjan mayor confianza en la utilización de las redes tanto para usuarios, oferentes y compradores.
Este año esperamos que la ciencia fortalezca la defensa de la vida, del medio ambiente; que el compromiso sobre el planeta sea un objetivo común, que cada ser, habitante de esta aldea tal momo la llamo Max Weber y que luego en los tiempos modernos fuera llamada la globalización mundial. Globalización que no solo ha servido para sentirnos mas cerca por la forma, manera e instrumentos para comunicarnos, sino también de contaminarnos no solo de virus como el COVID si no de malos influjos culturales, de algunos que se hacen llamar influenciadores y que no representan una generación sino la misma degeneración y degradación de la verdadera cultura, el arte, la música y las sanas y buenas costumbres que la humanidad ha podido rescatar y mantener a través del tiempo.
El año que llego, lo queremos dinámico, con posibilidades de los suficientes abrazos, de calor humano, de positivismo, con el fortalecimiento en el aprendizaje a través de la presencialidad en las escuelas, colegios y universidades, con el compromiso de quienes tienen la experticia y oportunidad de enseñar pero también de aprender que la vida sigue, que a pesar de todo, es bella, que nos requerimos unos a otros, que todo lo que hay es prestado, que nos vamos y nada nos llevamos, saber que cuando los demás crecen, les va bien, son felices, hacen parte de este mundo de donde todos formamos parte y de un universo en el cual requerimos de una paz integral que significa compartir, servir, mitigar la sed, el hambre, el dolor, y la angustia del otro. Que el aire que respiramos es compartido, que los ríos deberán conservar su curso con claridad, abundancia, vida, permitiendo a todos tomar el agua antes de confundirse en un mar que rodea y cobija al mundo, el cual no permite limites porque, en su ancho, largo, profundo e incluso en lo desconocido esta la grandeza de Dios, del cual muchos olvidan cuando la opulencia, la vanidad y el consumismo desmedido e irracional los cobija y enceguece.
