Carlos Yepes A.
cyepes@hotmail.com
Como se los mencioné en una reciente columna, los dos últimos años me he vinculado de cerca con el sector agropecuario. He conocido, compartido y padecido las angustias, las necesidades, los sueños, las frustraciones, y las decepciones de cientos de campesinos huilenses que esperan de un nuevo gobierno una luz de esperanza para el campo.
Durante las últimas cuatro semanas tuve la oportunidad de visitar varios municipios del departamento y siempre aproveché para hablar con la gente, con el campesino, con el poblador de la vereda y el corregimiento, me sirvió para hacer mi propia encuesta de percepción.
Encontré una marcada prevención con el “político tradicional” activo o genera un rechazo casi generalizado y explicado en una frase “prometen pero no cumplen”. Evidencié también el anhelo más sentido de los campesinos a juicio de ellos: las vías y coyunturalmente se quejan de los altos costos de producción y de lo difícil que es vender a un precio justo sus productos, esto los está conduciendo a la quiebra.
Pude escuchar muchos jóvenes los cuales no creen que el campo sea hoy una opción. En el parque principal de Pitalito había una familia entera vendiendo racimos de plátano, les pregunté por qué no lo hacían en la plaza de mercado como espera uno que se haga o que le entreguen a algún intermediario o comprador final en algún supermercado. Les resulta mejor vender al detal, esquivando la policía en el parque, evitando la competencia desleal en la plaza o recibiendo lo que le quiera pagar el intermediario o dueño de un pequeño mercado.
El campesino se siente solo, no tiene gremio que lo respalde, no tiene medios dignos de subsistencia, no tiene acceso a salud, educación e infraestructura, nadie vela por él, está desamparado clamando por oportunidades para ellos y para sus familias mientras muchos llegan a las ciudades y aprecian el contraste de una gran masa poblacional en carros, buenas casas, bien vestidos, llenos de arrogancia y de contratos que les otorgan los políticos.
Lo que sí tiene el campesino huilense es acceso a internet. Ese resulta ser el canal de comunicación que más penetra en los hogares de los campesinos en todos los segmentos de edad las 24 horas del día. Por ahí se les metió RODOLFO con un discurso fácil de entender, directo, con un lenguaje grosero pero que atrae, dándoles la razón acerca de la corrupción y los “políticos ladrones que hay sacar”, generándoles confianza y EMOCIÓN que es lo que finalmente mueve al elector.
Creo que el elector de Rodolfo no está en las ciudades, es en mayoría el campesinado, es el sector rural, Hernández acudió con éxito a la estrategia utilizada por Trump en su momento en los Estados Unidos. A nuestros campesinos les queda la satisfacción de haber dado un campanazo de alerta a los políticos tradicionales.
Los demás querrán subirse al bus, participar de la fiesta, disfrazados y amparados en sentimientos de anticorrupción cuando sabemos que la fiesta no es de ellos y que ellos representan el ADN de la corrupción. Esta debería ser una contienda entre anti uribistas que eligieron a Petro y entre anti corruptos que eligieron a Rodolfo, los demás sobran en este baile.