Por: Jaime Alberto Arrubla Paucar
Este primero de mayo, día de los trabajadores, estuvo acompañado de ciertas situaciones exóticas que bien vale la pena comentar.
En primer lugar, llamó la atención el encendido discurso presidencial desde el Palacio de Nariño, donde se arenga al pueblo y se le insta a una movilización para defender las reformas que propone el Gobierno para la salud, pensiones, trabajo, etc. Se habla hasta de una revolución de ser necesario para sacarlas adelante y evitar que los privilegiados de siempre impidan su materialización. Llamó la atención la perorata presidencial, no solo por lo sectaria, sino por el real y verdadero alcance de su llamado.
El acalorado discurso presidencial, ha sido objeto de todo tipo de comentarios, como si fuese el acabose de nuestro sistema democrático. Yo creo que todos los Presidentes de la República buscan sintonizarse con el pueblo que los eligió y, además, a quien se deben, de muy diversas maneras. Algunos acuden a locuciones televisivas diarias, otros realizan encuentros regionales los fines de semana; el actual, lo prefiere más cómodo, desde la misma sede presidencial. ¿De cuál de ellas pueda ser la más eficaz para lograr el cometido de comunicación? Eso está por verse; si por la asistencia se miden, creo que ninguna puede ganarse el primer lugar; la gente está cansada de la promesaría y la politiquería.
Tan fuertes comentarios, requirieron ser aclarados al día siguiente desde España, donde el Presidente asiste a visita de Estado, y aclaró que la defensa popular de sus polémicas reformas debe ser pacífica, pese al entusiasmo de su discurso que daba para múltiples interpretaciones, advirtiendo que “coartarlas puede generar una revolución”.
Ahora, la realidad es que gobernar, más que arengar, es lograr consensos entre los contrarios, máxime en una sociedad tan dividida como la Colombia, tal como se evidencio en las pasadas elecciones, cuando el actual Presidente, a duras penas, supero escasamente el 50% de los votos. La tímida presencia del pueblo convocado a escuchar el balconazo, es un indicador precisamente, de que se requieren los referidos consensos y que la mejor manera de sacar adelante las reformas, es concertándolas, y ello significa ceder y no imponer.
Mas llamativo fue el discurso de la Sra. Vicepresidenta desde la ciudad de Cali, felicitando a los miembros de la primera línea por su segundo aniversario de las atrocidades cometidas, contra policías, patrimonio público y privado, la vida de colombianos enfermos que no pudieron llegar a los centros asistenciales por los bloqueos, etc. Al costo político que le ha ocasionado su transporte en helicóptero a su lugar de residencia, aduciendo razones de seguridad; ahora le tendrá que sumar la falta de oportunidad para sus palabras, congraciándose con los vándalos que estuvieron punto de causar la debacle en plena pandemia. Decía un político del siglo XX: “Al que no le gusten los guantes, que no se suba al rin”; pero no saque como escusa de sus despilfarros algo que es consustancial al ejercicio de los cargos públicos: los riesgos.