Por: Gerardo Aldana García
Es extraordinaria la similitud física del cáliz, copa o gomor en la que el sacerdote oficiante deposita el vino consagrado, y el órgano sexual femenino. La conformación de la vagina y su prolongación hacia las Trompas de Falopio, ha servido de semejanza con el artefacto ritualístico empleado en culturas como la cristiana y la egipcia. Al decir de la creencia cristiana, el cáliz es la copa en la que se vertió la sangre del salvador del mundo, Jesucristo y simboliza el arca de la alianza entre los hombres y Dios. De hecho, en algunas vertientes del cristianismo desde la perspectiva gnóstica, se dice que ésta copa contenía el maná del desierto del que se alimentaba el pueblo de Israel en su éxodo liberador del yugo egipcio. En el universo egipcio de Hermes Trismegisto, tal artefacto contenía el néctar de la inmortalidad; un recipiente que guarda alimento para dioses. La edad media llena de la exuberante dinámica alquímica, ubica la copa como un espacio en el que convergen fuerzas cósmicas de tipo femenino, que luego son unidas a efluvios masculinos, todo en procura de encontrar la pócima, capaz de transformar el plomo en oro. En este último caso, la copa continente de energías de los dos sexos, era sometida a procesos de calentamiento y ebullición, cuidadosamente dosificados con insuflación de aire y fuego, hasta desdoblar las sustancias que, en alquimia daban lugar a la mágica sustancia, idónea igualmente para otorgar el elixir de la larga vida.
Actualmente existen en diferentes países, comunidades que insisten en encontrar y mantener la asociación entre el órgano sexual femenino y el cáliz sagrado, el mismo en el que Jesucristo habría bebido junto con sus apóstoles, el vino de la última cena, escena en la cual inexorablemente, como lo pintó Leonardo, una mujer destaca: María Magdalena. De hecho, obras pictóricas de Davinchi, sirven de motivación para estos buscadores que ven en las imágenes del enorme artista italiano, la mujer junto al cáliz, denotando que es ella la que posee tan excepcional y único elemento para la elevación espiritual. Al decir de algunos estudiosos del tema, el cáliz asociado a la sexualidad femenina, puede servir de medio para el crecimiento de virtudes hacia un mundo espiritual en donde el amor, la fertilidad, la ternura y también la muerte, tienen en la mujer el vehículo sexual para su promoción, lo cual puede ocurrir en el ámbito de una interacción femenino – masculina bajo una sexualidad trascendental. En contraposición, el uso de esta facultad puede ser igualmente instrumento para la generación de propósitos adversos a la evolución espiritual, cuando la incursión de la sexualidad humana deriva en excesos que esclavizan a los amantes. La copa, gomor o cáliz, se escribe en sanscrito como Yoni, mientras que el falo masculino es Lingam, símbolos de la sabiduría veda del antiguo hinduismo que, incluso en los tiempos de hoy, sirven de base para la exploración de buscadores de un mundo espiritual lleno de ideales y prácticas que delinean culturas que se salen de la monotonía y la rutina subyugante que impone el mundo veloz de tecnologías, redes sociales, medios de comunicación y consumismo cuando anonadan y obnubilan a niños, jóvenes, adultos y hasta a ancianos que, pese a las décadas de vivir en el planeta, no encuentran aún el sendero hacia su propia individualidad liberadora.