La energía más costosa es la que no se tiene. Si alguien tiene duda de esta premisa que le pregunte a quienes no pueden disfrutar del acceso a este servicio básico de la vida cotidiana moderna.
Sin el acceso a la energía, especialmente la eléctrica, no se podría disfrutar de los múltiples avances en ciencia y tecnología que hacen la vida más fácil. Actividades como cocinar, lavar la ropa, refrigerar los alimentos, aplanchar…, son posibles hoy gracias a la energía eléctrica.
Pero, hay una actividad en la que el consumo de energía eléctrica es uno de los más altos y no somos plenamente conscientes de ello. A través de los celulares y los computadores el vínculo de los usuarios con las grandes empresas tecnológicas que manejan la información es universal y genera dependencia total.
Miremos unos datos globales parciales del control dominante de las conocidas como las “cinco grandes”: “…con Google de Alphabet manejando el 89 por ciento de todas las búsquedas en Internet. Aproximadamente el 95 por ciento de los adultos jóvenes en Internet utilizan un producto de Facebook. A fines de 2018, Amazon había capturado casi la mitad del mercado de comercio electrónico de EE. UU. (…) “los gigantes tecnológicos de hoy son los guardianes de la economía de Internet”.
“Triturar muchos bits requiere aprovechar muchos electrones y las tecnologías clave del siglo XXI: inteligencia artificial, video a pedido y robótica: requieren el manejo de cantidades asombrosas tanto de bits como de electrones.”
“La importancia de la electricidad para los negocios de las Cinco Gigantes se puede ver al observar cómo su uso de electricidad ha crecido casi al mismo ritmo que su valor general. Entre 2012 y 2017, el uso combinado de electricidad de esas cinco empresas aumentó en 146 por ciento.”
Los miles de millones de servidores que garantizan el funcionamiento de esta economía globalizada de la información, es tan exigente que las grandes tecnológicas son propietarias de sus fuentes de energía. Cuánto consumen es una información casi imposible de cuantificar. Pero, piense querido lector, por un momento cómo sería su angustia si no tuviera por uno o varios días acceso a este “servicio” indispensable, y concluirá que estaría dispuesto a pagar lo que le pidan con tal de “estar conectado”.
Colombia tiene una matriz energética relativamente estable gracias a que la mayor parte de la energía eléctrica que consumimos la obtenemos de fuentes hidráulicas (más o menos el 66%), una de las más económicas. El resto proviene de termoeléctricas a gas, fueloil, o carbón. Su estabilidad es clave para poder, por ejemplo, “estar conectados”.
Hacer demagogia con la energía puede ser demasiado costoso. ¿Les sirven estos datos parciales de consumo suficientes para entenderlo? Ahí les dejo la inquietud.
