Por: Alvaro Hernando Cardona González
El pasado 12 de octubre, nuestro compañero columnista Hugo Fernando Cabrera Ochoa, puso para el análisis regional su habitual columna, titulada “Mejoramiento Vs sostenibilidad”. Nos parece que es un debate que debe darse desapasionadamente, por tanto sincerando los aspectos a considerar, y es muy oportuno.
Efectivamente debido al implacable deterioro de los diferentes ecosistemas, en su mayoría por causa antrópica, y en razón a las discusiones que surgieron con ocasión de las primeras regulaciones ambientales originadas por la ONU y su declaración por el “medio humano”, emitida en Estocolmo en 1972; en 1987 se introduce la noción de “sostenibilidad ambiental” acuñado por el Informe Brundtland o Informe de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente y el Desarrollo (contenido en el documento “Nuestro futuro común”), proponiendo cambiar los modelos de desarrollo, basados en la conservación, por esquema llamado de “desarrollo sostenible” que Colombia acogió en su Constitución Política (Art 80) y luego impulsando con la Ley 99 de 1993.
Plantea Hugo Fernando, la necesidad de migrar del concepto puro de sostenibilidad al de mejoramiento (que equipara, tal vez equivocadamente, a reparación ambiental), ya que las afectaciones ambientales avanzan más que las acciones tendientes a conservar y recuperar el ambiente natural. Y en ese contexto, no le falta un ápice de razón tanto en su planteamiento como en el llamado alarmado que hace.
Agregamos que esta síntesis de la necesidad ambiental por la recuperación, ya la planteó, con argumentos éticos y cristianos, el papa Francisco, en su primera encíclica titulada Laudato Si’. Efectivamente plantea y desarrolla la idea de la “deuda ecológica: en el marco de una ética de las relaciones” a todo nivel. No es pasar solo la posta, sino aumentar el tamaño o el peso de esta cada vez.
Se trata de conservar, pero aumentando el valor ecológico que esta generación entrega a la siguiente. Se trata de evaluar los impactos generados por las obras, los proyectos y las actividades humanas y plantear y ejecutar lo que sea necesario para conservar (línea base) y recuperar un poco, más allá de esos impactos, el medio impactado. Probablemente y en algunos casos, un buen ejemplo de esto lo hallamos en los Programas de Uso Eficiente y Ahorro del Agua (PUEAAS) cuando se usa el agua.
Pero esto como se puede apreciar tiene varios retos: 1. Definir transparentemente la “línea base”; 2. Definir las maneras de recuperar proporcional-progresivamente; 3. Definir las maneras de evaluar los cumplimientos, también de transparente y cerrando el paso a la corrupción humana frecuente. Se puede ¿hay voluntad?